viernes, 28 de agosto de 2009

Diversas palabras del Santo Cura de Ars (II)

  • "Nuestro orgullo está en todo como la sal"
  • "La soberbia es como la pimienta, hace estornudar a todos los presentes"
  • "Un pinchanzo de alfiler os hace gemir. ¡Cuán grande sois!"
  • "Un cristiano sin caridad es como una vela sin llama"
  • "El Espíritu Santo nos impregna como una esponja empapada de agua"
  • "La rosa se marchita. Como ella pasamos".
  • "Cuanto más de debilitan nuestras fuerzas, tanto más ha de levantarse nuestro espíritu"
  • "La oración en común es una familiaridad asombrosa con Jesucristo"
  • "Estamos undios a Dios, igual que la madera encendida por el fuego"
  • "Nos sentimos felices cuando los desgraciados vienen a nosotros. Es deber nuestro el buscarlos si no lo hicieran."
  • "Hacer esperar a quienes nos buscan está mal. Debemos saberlos escuchar".
  • "Había hablado muy mal de mí, yo me sentía en la obligación de esmerarme en tomar cuidado de ella".
  • "El cristiano ha de vivir feliz y también quienes lo rodean".
  • "El amor de Dios es eterno".
  • "Vivimos un pobre siglo. Sin embargo él pudiera ser grande... Recordadle su pobreza y su grandeza."
  • "Lloro mucho cuando considero las disensiones entre mis hermanos en Jesucristo."
  • "Vuestra actitud en el modo de obrar parece decir a Dios: Voy a deciros dos palabras para deshacerme Vos".
  • "Os extrañáis por la falta de gratitud de los demás ... cuando vosotros deberíais ser los agradecidos".
  • "No penséis en el tiempo pasado... ¡vivid!"
  • "El dinero es vuestra religión".

Frases del Santo Cura de Ars que hay en distintos tableros en la casa rectoral de Ars.

jueves, 27 de agosto de 2009

Beato Marcelo Spinola: El sacerdote, hombre de Cristo (II)


El P. Faber habla de los hombres de una sola idea, a la cual con­sagran su ingenio, su actividad, sus energías y los afectos de su corazón. Entre estos hombres figura el Sacerdote, el cual no ve, no siente, no desea, no busca sino una cosa: Cristo, y como Cristo es el bien, nos interesa el corazón del Sacerdote, al que no se puede tachar por no tener otro pensamiento que Cristo, de exclusivista (…)
La idea de Cristo llena el mundo, el mundo gentil, el mundo ju­daico, el mundo moderno. Aun hoy es el nombre de Cristo la bandera por la que unos se sacrifican y que otros atacan. Hay corazones que no se acuerdan de Cristo. Distraídos, disipados, no están en sí. No tal el Sacerdote. Hombre de Cristo, Cristo lo es todo para él. En lo cual obra justamente. Cristo lo sacó de la nada (los Apóstoles), lo enno­bleció, lo educó, le confió sus intereses. Dado a Cristo por la índole de su ministerio lo está además por su consagración sacerdotal.

F.32, p. 68
Nuestro agradecimiento al Rvdo. D. Ignacio Gillén

martes, 25 de agosto de 2009

Diversas palabras del Santo Cura de Ars


  • "El sacerdote está entre Dios y los hombres como el vidrio entre la luz y nuestro ojos."
  • "El sacerdote ha de estar siempre listo para atender a su prójimo."

  • "¡Celebrar la Santa Misa, estar atento de los demás! ¡Qué dicha!

  • "Necesitamos sacerdotes para renovar al mundo. El mundo necesita sacerdotes para renovarse"

  • "¡Cómo está la cuerda acordada al arpa, así ha de estar el sacerdote con su obispo!"

  • "Un persona congragada a Dios, es la complacencia de la Santísima Trinidad."

  • "Cuanto más pobre se hace uno por Jesucristo, tanto más rico es por Jesucristo"

  • "No se conoce todo el bien obrado por los misioneros"

  • "Despues de muerto dejaría vender mi cuerpo para las misiones, si pudiera ayudarlas, pues ¡tanto me gustan!"

  • "Cumpliendo fielmente todo cuanto hacemos en todo momento, esto es la sola y única manera de cumplir la voluntad de Dios."

  • "Nuestras acciones tildadas de indiferentes son importantes para Dios."


  • "Dios nos manda emplear nuestras fuerzas para el bien de nuestro prójimo."

  • "La comunidad (vida de caridad) es asunto de todos los vivientes."

  • "En la misma medida que estamos unidos a Jesucristo, así somos cristianos".

Frases del Santo Cura de Ars que hay en distintos tableros en la casa rectoral de Ars.

Beato Marcelo Spinola: El Sacerdocio, obra del Corazón de Cristo (I)


Todos los temas de la predicación cristiana son interesantes; hay, sin embargo, algunos que lo son de un modo especial, y que además de interesantes pueden llamarse inagotables; tantos y tan varios son los puntos de vista, en que para estudiarlos nos es dado colocarnos, puntos de vista desde los cuales aparecen bellezas nuevas y nuevas magnificencias.
Pocos asuntos no obstante tanto se prestan a múltiples aplicacio­nes y presentan tan hermosos aspectos como el que nos reúne hoy en este santuario... El Corazón de Jesús.
Muchos años hace que de sus glorias y grandezas predico; reconozco y confieso que no soy hombre de recursos; y a pesar de eso, me sucede que siempre hallo algo que había pasado antes inadvertido para decirlo a mis oyentes.
Realmente es el Corazón de Jesús un abismo. Jamás se llega a su fondo. Diríase que es como gigante cúpula, que domina el grandioso edificio de la Iglesia y toda la extensión de ésta a donde quiera que volvemos los ojos nos lo encontramos.
La dificultad, pues, que al pretender hablar del Corazón de Jesús detiene y turba al orador sagrado no es hallar qué decir, sino fijarse, entre lo mucho que a escoger se le da.
Por fortuna para mí una circunstancia, con que yo no había con­tado, me señala el camino. Sube por primera vez al altar un Sacerdote. ¿Qué, pues, más en razón que examinar las relaciones entre el Sacer­docio cristiano y el Corazón de Jesús?
- 1 -
San Pablo en su epístola a los Hebreos, pone de manifiesto la excelencia del Sacerdocio cristiano. Hace para ello notable paralelo entre éste y el sacerdocio judaico, concluyendo que entre ambos media incalculable distancia.
Pero el sacerdocio judaico era como todo en Israel sombra, figura, esbozo. Como el pueblo israelita era el proyecto todavía informe, el plano, el diseño del pueblo cristiano, así el sacerdocio era el proyecto, el plano o el diseño del sacerdocio cristiano.
Y el sacerdocio cristiano es sacrificador, pero de una víctima de precio infinito. Y es maestro, pero de la ciencia eterna de los Santos, destinada no a niños sino a adultos. Y es dispensador de los misterios de Dios.
Y este Sacerdocio, ¿de dónde es? Del Corazón de Jesús.
Se iba Cristo, era menester que quedasen representantes suyos, me­dianeros que conservasen el comercio entre la tierra y el cielo. Oráculos, que repitiesen las lecciones del Maestro. Conductores de sus gracias. Era el sacerdocio obra del amor de Cristo a los hombres; obra por tanto de su Corazón.
- 2 -
[...] El Sacerdote es el hombre de Dios, “homo Dei», vela por los intereses de Dios en la tierra, su honra, el respeto a su nombre, la observancia a su ley, el culto debido a su soberana gran­deza. Es además hombre del pueblo, defensor nato por lo mismo cerca de Dios de la causa de éste, y le toca pedir, instar y obtenido favores dispensarlos desinteresadamente.
Dos prendas, pues, deben distinguir al Sacerdote: como hombre de Dios el celo por la gloria divina; como hombre del pueblo la caridad con sus hermanos;
virtudes que no se riñen sino que viven juntas, y en perfecta alianza cuando con ellas no andan mezcladas la soberbia o el orgullo que suele tomar nombre del celo, y las complacencias de la debilidad o el amor a la popularidad que a menudo se revisten el manto hermoso de la caridad.
La práctica del celo y de la caridad no son tan fáciles como algu­nos se lo imaginan. El Corazón de Jesús, solícito de allanar este cami­no a sus Sacerdotes, se les pone delante como dechado.
La paz reina allí. Las tempestades no rizan sino las superficies de las aguas; en el fondo éstas permanecen serenas. Un afán, un anhelo, sin embargo, turba aquella imperturbable calma: es el deseo de la gloria de Dios. Ese deseo desata sus labios, ese deseo le pone en movimiento obligándole a recorrer dilatadas comarcas; ese deseo, diríamos en nuestro lenguaje humano, le preocupa y le lleva a la sole­dad donde vive en oración; ese deseo excita santa cólera en su alma.
El celo de la gloria de Dios le mueve a restaurar la ley, a dictar los consejos evangélicos, a mostrar con su ejemplo a los creyentes las vías del sacrificio.
Con el celo de la gloria del Padre corre parejas en el Corazón de Jesús la caridad con los hombres. Anda con los pecadores sin temer mancharse como los fariseos ; busca a todos los que su­fren, se compadece de cuantos están en tribulación, y los socorre haciendo milagros. Le crucifican y pide por sus verdugos. Muere y todavía le parece haber hecho poco: «Sitio», exclama.
Así enseña el Corazón de Jesús a todos los hombres; así enseña especialmente al sacerdocio; el celo como hombre de Dios, la caridad como hombre del pueblo.
No apartemos los ojos del Corazón de Jesús y seremos lo que debernos ser. Es dechado.
- 3 -
La historia del Sacerdocio cristiano es brillante. Ha cambiado las ideas, ha transformado las costumbres; ha hecho progresar las cien­cias y las artes. Nada más fácil que probar estas tres proposiciones. ¿Qué pensaba el mundo pagano de Dios, del hombre, de la vida humana? ¿Qué pensó después de la muerte de Cristo? Y este cambio, ¿a quién se debió?
[...] Para luchar y para trabajar con éxito ha menester el sacerdo­cio cristiano fuerza. La ha tenido, la tiene y la tendrá. Pero, ¿de dónde? Del Corazón de Jesús. Él, en efecto, va delante, a su esfuerzo nada resiste, su voluntad no halla obstáculo. Todos los Sacramentos de allí han salido, y entre ellos el orden. La fuerza de las almas es la gracia, y allí está.
F.2 , pp. 18-22


Nuestro agradecimiento al Rvdo. D. Ignacio Gillén

domingo, 23 de agosto de 2009

Oración del sacerdote a San Bartolomé, apóstol


Glorioso Apóstol san Bartolomé, escogido para ser apóstol de Jesucristo, pregonero de su Evangelio; acudo a ti para que me enseñes a creer más en Jesús, a entregarme totalmente, a dar la vida por él.
Cuando Felipe te anunció que había encontrado a "ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas: Jesús el hijo de José, el de Nazaret"; te costó creerlo.
Dijiste: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?"
No pensabas que Dios se valiese de lo humilde, de lo que no cuenta, de lo que es poco revelante para manifestar su amor misericordioso. Aquel que parecía ser un paisano de Nazaret, un revolucionario más, un exaltado…. era el Hijo de Dios, la Palabra de Padre, el Mesías esperado.
Y Felipe te dijo: Ven y lo verás.
¡Sí!, era necesario que fueses y lo vieses. Que tuvieses una experiencia personal con Jesús. Y al ver, creíste. Al admirar a Jesús, sus acciones, sus palabras, creíste.
Y mereciste el elogio del Señor Jesús: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño".
Te sorprendiste: "¿De qué me conoces?"
"Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi"
- te dijo Jesús.
Y por esas palabras de Jesús pudiste decir: este hombre sabe todo sobre mí, sabe y conoce el camino de la vida, de este hombre puedo fiarme realmente.
Al encontrarte con Jesús, después de hablar con él, exclamaste: "Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".
Viste en Jesús al Hijo unigénito de Dios Padre y al Rey de Israel. Descubriste en Jesús a aquel en quien esperaba la humanidad, aquel a quien habían anunciado los profetas
Y por Jesús, entregaste tu vida, no temiste a la muerte.
Tu silencio, más que tus palabras, son muy elocuentes para nosotros cristianos y sacerdotes del siglo XXI: el seguimiento de Jesús puede vivirse y testimoniarse también sin la realización de obras sensacionales. Sin milagros deslumbrantes, sin grandes discursos, sin grandes acciones que llamen la atención.
Porque lo que es extraordinario y seguirá siéndolo, es Jesús mismo, al que cada uno de nosotros está llamado a consagrarle su vida y su muerte.
Ayúdame a consagrarme totalmente a Jesucristo en la sencillez de mi vida cotidiana.
Oración basada en la catequesis de Benedicto XVI
(4 de octubre de 2006)

sábado, 22 de agosto de 2009

P. Jaime Tovar: Excelencias de la Sotana


En un mundo secularizado, no hay mejor testimonio cristiano de parte de los consagrados a Dios que la vestimenta sagrada en los sacerdotes y religiosos.
Siete excelencias de la sotana
"Fíjese si el impacto de la sotana es grande ante la sociedad, que muchos regímenes anticristianos la han prohibido expresamente. Esto debe decirnos algo. ¿Cómo es posible que ahora, hombres que se dicen de Iglesia desprecien su significado y se nieguen a usarla?" Hoy en día son pocas las ocasiones en que podemos admirar a un sacerdote vistiendo su sotana. El uso de la sotana, una tradición que se remonta a tiempos antiquísimos, ha sido olvidado y a veces hasta despreciado en la Iglesia posconciliar. Pero esto no quiere decir que la sotana perdió su utilidad sino que la indisciplina y el relajamiento de las costumbres entre el clero en general es una triste realidad. La sotana fue instituida por la Iglesia a fines del siglo V con el propósito de darle a sus sacerdotes un modo de vestir serio, simple y austero. Recogiendo esta tradición, el Código de Derecho Canónico impone el hábito eclesiástico a todos los sacerdotes (canon 136). Contra la enseñanza perenne de la Iglesia está la opinión de círculos enemigos de la Tradición que tratan de hacernos creer que el hábito no hace al monje, que el sacerdocio se lleva dentro, que el vestir es lo de menos y que lo mismo se es sacerdote con sotana que de paisano. Sin embargo, la experiencia demuestra todo lo contrario, porque cuando hace más de 1.500 años la Iglesia decidió legislar sobre este asunto fue porque era y sigue siendo importante, ya que ella no se preocupa de niñerías.
Seguidamente exponemos siete excelencias de la sotana condensadas de un escrito del ilustre Padre Jaime Tovar Patrón.
1º - El recuerdo constante del sacerdote
Ciertamente que, una vez recibido el orden sacerdotal, no se olvida fácilmente. Pero nunca viene mal un recordatorio: algo visible, un símbolo constante, un despertador sin ruido, una señal o bandera. El que va de paisano es uno de tantos, el que va con sotana, no. Es un sacerdote y él es el primer persuadido. No puede permanecer neutral, el traje lo delata. O se hace un mártir o un traidor, si llega el caso. Lo que no puede es quedar en el anonimato, como un cualquiera. Y luego... ¡Tanto hablar de compromiso! No hay compromiso cuando exteriormente nada dice lo que se es. Cuando se desprecia el uniforme, se desprecia la categoría o clase que éste representa.
2º - Presencia de lo sobrenatural en el mundo
No cabe duda que los símbolos nos rodean por todas partes: señales, banderas, insignias, uniformes... Uno de los que más influjo produce es el uniforme. Un policía, un guardián, no hace falta que actúe, detenga, ponga multas, etc. Su simple presencia influye en los demás: conforta, da seguridad, irrita o pone nervioso, según sean las intenciones y conducta de los ciudadanos. Una sotana siempre suscita algo en los que nos rodean. Despierta el sentido de lo sobrenatural. No hace falta predicar, ni siquiera abrir los labios. Al que está a bien con Dios le da ánimo, al que tiene enredada la conciencia le avisa, al que vive apartado de Dios le produce remordimiento. Las relaciones del alma con Dios no son exclusivas del templo. Mucha, muchísima gente no pisa la Iglesia. Para estas personas, ¿qué mejor forma de llevarles el mensaje de Cristo que dejándoles ver a un sacerdote consagrado vistiendo su sotana? Los fieles han levantando lamentaciones sobre la desacralización y sus devastadores efectos. Los modernistas claman contra el supuesto triunfalismo, se quitan los hábitos, rechazan la corona pontificia, las tradiciones de siempre y después se quejan de seminarios vacíos; de falta de vocaciones. Apagan el fuego y luego se quejan de frío. No hay que dudarlo: la desotanización lleva a la desacralización.
3º - Es de gran utilidad para los fieles
El sacerdote lo es, no sólo cuando está en el templo administrando los sacramentos, sino las veinticuatro horas del día. El sacerdocio no es una profesión, con un horario marcado; es una vida, una entrega total y sin reservas a Dios. El pueblo de Dios tiene derecho a que lo asista el sacerdote. Esto se les facilita si pueden reconocer al sacerdote de entre las demás personas; si éste lleva un signo externo. El que desea trabajar como sacerdote de Cristo debe poder ser identificado como tal para el beneficio de los fieles y el mejor desempeño de su misión.
4º - Sirve para preservar de muchos peligros
¡A cuántas cosas se atreverán los clérigos y religiosos si no fuera por el hábito! Esta advertencia, que era sólo teórica cuando la escribía el ejemplar religioso P. Eduardo F. Regatillo, S. I., es hoy una terrible realidad. Primero, fueron cosas de poco bulto: entrar en bares, sitios de recreo, alternar con seglares, pero poco a poco se ha ido cada vez a más. Los modernistas quieren hacernos creer que la sotana es un obstáculo para que el mensaje de Cristo entre en el mundo. Pero, al suprimirla, han desaparecido las credenciales y el mismo mensaje. De tal modo, que ya muchos piensan que al primero que hay que salvar es al mismo sacerdote que se despojó de la sotana supuestamente para salvar a otros. Hay que reconocer que la sotana fortalece la vocación y disminuye las ocasiones de pecar para el que la viste y los que lo rodean. De los miles que han abandonado el sacerdocio después del Concilio Vaticano II, prácticamente ninguno abandonó la sotana el día antes de irse: lo habían hecho ya mucho antes.
5º - Ayuda desinteresada a los demás
El pueblo cristiano ve en el sacerdote el hombre de Dios, que no busca su bien particular sino el de sus feligreses. La gente abre de par en par las puertas del corazón para escuchar al padre que es común del pobre y del poderoso. Las puertas de las oficinas y de los despachos por altos que sean se abren ante las sotanas y los hábitos religiosos. ¿Quién le niega a una monjita el pan que pide para sus pobres o sus ancianitos? Todo esto viene tradicionalmente unido a unos hábitos. Este prestigio de la sotana se ha ido acumulando a base de tiempo, de sacrificios, de abnegación. Y ahora, ¿se desprenden de ella como si se tratara de un estorbo?
6º - Impone la moderación en el vestir
La Iglesia preservó siempre a sus sacerdotes del vicio de aparentar más de lo que se es y de la ostentación dándoles un hábito sencillo en que no caben los lujos. La sotana es de una pieza (desde el cuello hasta los pies), de un color (negro) y de una forma (saco). Los armiños y ornamentos ricos se dejan para el templo, pues esas distinciones no adornan a la persona sino al ministro de Dios para que dé realce a las ceremonias sagradas de la Iglesia. Pero, vistiendo de paisano, le acosa al sacerdote la vanidad como a cualquier mortal: las marcas, calidades de telas, de tejidos, colores, etc. Ya no está todo tapado y justificado por el humilde sayal. Al ponerse al nivel del mundo, éste lo zarandeará, a merced de sus gustos y caprichos. Habrá de ir con la moda y su voz ya no se dejará oír como la del que clamaba en el desierto cubierto por el palio del profeta tejido con pelos de camello.
7º - Ejemplo de obediencia al espíritu y legislación de la Iglesia
Como uno que comparte el Santo Sacerdocio de Cristo, el sacerdote debe ser ejemplo de la humildad, la obediencia y la abnegación del Salvador. La sotana le ayuda a practicar la pobreza, la humildad en el vestuario, la obediencia a la disciplina de la Iglesia y el desprecio a las cosas del mundo. Vistiendo la sotana, difícilmente se olvidará el sacerdote de su papel importante y su misión sagrada o confundirá su traje y su vida con la del mundo.
Enviado por Estanislao León desde Venezuela

jueves, 20 de agosto de 2009

Oración por los diáconos


Dios y Padre Nuestro,
Fortalece con la gracia del Espíritu Santo
A todos los Diáconos de tu Iglesia,
para que desempeñen con alegría,
fidelidad y en espíritu de comunión eclesial
su ministerio pastoral,
siguiendo los pasos de tu Hijo Jesucristo,
"que no vino a ser servido, sino a servir
y dar su vida en redención de la humanidad".
Te pedimos por las familias de los diáconos
para que sean auténticas "Iglesias domésticas",
según el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret,
y de ella surjan vocaciones sacerdotales y religiosas.
¡Virgen María, Madre de la Iglesia
y Reina de los Apóstoles,
ruega por los ministros del Señor!
¡San Lorenzo, diácono y mártir,
ruega por los diáconos, servidores del pueblo de Dios!
Amén.

Carta a los diáconos permanentes del Card. Hummes con motivo de la fiesta de san Lorenzo


Vaticano a 10 de agosto de 2009
Fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir


Queridos Diáconos Permanentes:

Cada vez con más fuerza la Iglesia descubre la inestimable riqueza del diaconado permanente. Cuando los Obispos llegan a la Congregación para el Clero, en ocasión de las visitas “ad limina”, se comenta, entre otros, el tema del diaconado y los Prelados expresan su contento y su esperanza con respecto a vosotros, Diáconos Permanentes. Todo esto nos llena de inmensa alegría. La Iglesia os da las gracias y, a su vez, reconoce vuestra entrega y vuestro trabajo ministerial. Al mismo tiempo quiere daros un gran coraje para que caminéis por la vía de la santidad personal, para que viváis una intensa vida de oración y de espiritualidad diaconal. A vosotros se puede también aplicar aquello que el Papa ha dicho a los Sacerdotes en ocasión del Año Sacerdotal: “favorecer aquella tensión de los Sacerdotes hacia la perfección espiritual de la que, sobre todo, depende la eficacia del ministerio” (Discurso del 16 marzo 2009).

Hoy, en la fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir, quisiera invitaros a dos reflexiones. Una sobre vuestro ministerio de la Palabra, la otra sobre la Caridad.

Todavía permanece el grato recuerdo del Sínodo sobre la Palabra de Dios, que se celebró durante el pasado octubre. Nosotros, ministros ordenados, hemos recibido del Señor, a través de la mediación de la Iglesia, el encargo de predicar la palabra de Dios hasta los confines de la tierra, anunciando la persona de Jesucristo, muerto y resucitado, su Palabra y su Reino a toda creatura. Esta Palabra – como afirma el Mensaje final del Sínodo – tiene su voz, la Revelación; su rostro, Jesucristo; su camino, la Misión. Conocer la Revelación, adherirse incondicionalmente a Cristo, como discípulo fascinado y enamorado, partir con Jesús y con El hacia la Misión…, es cuanto se espera, de un modo totalmente sin reservas, de un Diácono permanente. De un buen discípulo nace un buen misionero.

El ministerio de la Palabra – que en San Esteban, diácono y mártir, los Diáconos tienen un gran modelo – pide a los ministros ordenados un esfuerzo constante para estudiarla y hacerla propia al mismo tiempo que se proclama. La meditación, a modo de “lectio divina”, esto es, de lectura orante, es hoy en día el camino aconsejado para entender, hacer propia y vivir la Palabra de Dios. Al mismo tiempo, la formación intelectual, teológica y pastoral es un desafío que dura toda la vida. Un cualificado y actualizado ministerio de la Palabra depende mucho de esa profunda formación.

Permanezcamos a la espera, en un futuro próximo, del documento del Santo Padre sobre las conclusiones del citado Sínodo. Deberá ser recibido con apertura de corazón y con el deber de una futura profundización.

La segunda reflexión versa acerca del ministerio de la Caridad, tomando como gran modelo a San Lorenzo, diácono y mártir. El diaconado tiene sus raíces en la organización eclesial de la caridad en la Iglesia primitiva. En Roma (s. III), durante el periodo de las grandes persecuciones, aparece la figura extraordinaria de San Lorenzo, archidiácono del Papa San Sixto II que le confió la administración de los bienes de la comunidad. Sobre San Lorenzo así se expresa nuestro amado Papa Benedicto XVI: “Su solicitud por los pobres, el generoso servicio que dio a la Iglesia de Roma en el sector de la asistencia y de la caridad, la fidelidad al Papa que le empujó a seguirlo en la prueba suprema del martirio y el heroico testimonio de sangre pocos días después, son hechos universalmente conocidos” (homilía en la basílica de San Lorenzo, 30 noviembre 2008). Es conocida también la afirmación sobre San Lorenzo: “La riqueza de la Iglesia son los pobres”. Los asistía con gran generosidad. He aquí un ejemplo todavía actual para los Diáconos permanentes. Debemos amar a los pobres en manera preferencial, como Jesucristo. Ser solidarios con ellos. Buscar construir una sociedad justa, fraterna, pacífica. La reciente carta encíclica de Benedicto XVI, “Caritas in veritate” (La caridad en la verdad) sea nuestra guía actualizada. En tal encíclica el Santo Padre afirma como fundamental principio: “La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia” (n.2). Los Diáconos se identifican muy especialmente con la caridad. Los pobres son uno de los ambientes cotidianos y objeto de su solicitud sin descanso. No se entendería un Diácono que no se comprometiese en primera persona en la caridad y en la solidariedad hacia los pobres, que, de nuevo, hoy se multiplican.

Queridos Diáconos permanentes, Dios os bendiga con todo su amor y os haga felices en vuestra vocación y misión. Saludo con respeto y admiración a las esposas y a los hijos, de quienes sois esposos y padres. A todos ellos la Iglesia da las gracias por el apoio y la multiforme colaboración, que prestan al ministerio diaconal. Además, el Año Sacerdotal nos invita a manifestar nuestro afecto a los queridísimos Sacerdotes y a rezar por ellos.
Cardenal Cláudio Hummes
Arzobispo Emérito de San Pablo
Prefecto de la Congregación para el Clero

miércoles, 19 de agosto de 2009

Testamento de San Juan Eudes


“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y en honor y unión del testamento que mi Jesús hizo en su último día de vida sobre la tierra, hago el siguiente testamento, únicamente para gloria de mi Dios.
Me entrego de todo corazón a mi Salvador para unirme a la fe perfectísima de su santa madre, de sus apóstoles, de sus santos y de toda la Iglesia.
....De todo corazón me entrego al amor infinito que llevó a Jesús a morir en la cruz por mí y por todos los hombres. En unión de este amor, acepto la muerte en el tiempo, lugar y manera que a Él le plazca, para honrar y agradecer su santa muerte y la de su gloriosa madre. Le suplico con toda humildad, por el purísimo corazón de su divina madre y por su Corazón traspasado de amor y dolor en la cruz, por nosotros, que me conceda la gracia de morir en su amor, por su amor y para su amor.
Con toda mi voluntad me entrego al amor incomprensible por el que Jesús y mi bondadosa Madre me han hecho el don especial de su amabilísimo Corazón.
Entrego ese corazón como algo que me pertenece y del que puedo disponer para gloria de mi Dios, a la pequeña Congregación de Jesús y de María, para que sea la herencia, el tesoro, el patrono principal, el corazón, la vida, la norma de los verdaderos hijos de esa congregación.
Les pido que se esmeren por imprimir en sus corazones, una imagen perfecta de las virtudes de ese Corazón, considerándolo y siguiéndolo como la regla primera de sus vidas.
...Quiero que mi último suspiro sea un acto de puro amor a Él y le suplico que acepte todos estos sentimientos míos y los conserve para la hora de mi muerte.”

***
Oh Dios, que elegiste a san Juan Eudes para anunciar al mundo las insondables riquezas del misterio de Cristo, concédenos, te rogamos, que, por su palabra y su ejemplo, crezcamos en el conocimiento de tu verdad y vivamos según el Evangelio. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

San Juan Eudes, sacerdote ejemplar



BIOGRAFÍA

Nació en la diócesis de Séez (Francia) el año 1601; recibió la ordenación sacerdotal y se dedicó por varios años a la predicación en las parroquias. Fundó dos Congregaciones religiosas, una destinada a la formación de los seminaristas y la otra al cuidado de las mujeres cuya vida cristiana estaba en peligro. Fomentó en gran manera la devoción a los Corazones de Jesús y de María. Murió el año 1680.


***
En cuanto acababa de predicar, se sentaba a oír confesiones, ya que, según él, "el predicador agita las ramas, pero el confesor es el que caza los pájaros".

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Mons. Le Camus, amigo de San Francisco de Sales, dijo refiriéndose al P. Eudes: "Yo he oído a los mejores predicadores de Italia y Francia y os aseguro que ninguno de ellos mueve tanto a las gentes como este buen padre". San Juan Eudes predicó en su vida unas ciento diez misiones.

***

Las gentes decían de él: "En la predicación es un león, y en la confesión un cordero".

***
El Papa San Pío X llamaba a San Juan Eudes: "El apóstol de la devoción a los Sagrados Corazones"

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Redactó también dos libros que han hecho mucho bien a los sacerdotes: "El buen Confesor", y "El predicador apostólico".

***
San Juan Eudes se dio cuenta de que para que el pueblo sea ferviente y llevarlo a la santidad era necesario proveerlo de muy buenos y santos sacerdotes y que para formarlos se necesitaban seminarios donde los jóvenes recibieran muy esmerada preparación. Por eso se propuso fundar seminarios en los cuales los futuros sacerdotes fueran esmeradamente preparados para su sagrado ministerio. Después de mucho orar, reflexionar y consultar, San Juan Eudes abandonó la congregación del oratorio en 1643. La experiencia le enseñó que el clero necesitaba reformarse antes que los fieles y que la congregación sólo podría conseguir su fin mediante la fundación de seminarios. El P. Condren, que había sido nombrado superior general, estaba de acuerdo con el santo; pero su sucesor, el P. Bourgoing, se negó a aprobar el proyecto de la fundación de un seminario en Caén.
Entonces el P. Eudes decidió formar una asociación de sacerdotes diocesanos, cuyo fin principal sería la creación de seminarios con miras a la formación de un clero parroquial celoso. La nueva asociación quedó fundada el día de la Anunciación de 1643, en Caén, con el nombre de "Congregación de Jesús y María". Sus miembros, como los del oratorio, eran sacerdotes diocesanos y no estaban obligados por ningún voto. San Juan Eudes y sus cinco primeros compañeros se consagraron a "la Santísima Trinidad, que es el primer principio y el último fin de la santidad del sacerdocio". El distintivo de la congregación era el Corazón de Jesús, en el que estaba incluido místicamente el de María; como símbolo del amor eterno de Jesús por los hombres.
La congregación encontró gran oposición, sobre todo por parte de los jansenistas y de los padres del oratorio. En 1646, el P. Eudes envió a Roma al P. Manoury para que recabase la aprobación pontificia para la congregación, pero la oposición era tan fuerte, que la empresa fracasó.En 1650, el obispo de Coutances pidió a San Juan que fundase un seminario en dicha ciudad. El año siguiente, M. Oliver, que consideraba al santo como "la maravilla de su época", le invitó a predicar una misión de diez semanas en la iglesia de, San Sulpicio de París. Mientras se hallaba en esa misión, el P. Eudes recibió la noticia de que el obispo de Bayeux acababa de aprobar la congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, formada por las religiosas que atendían a las mujeres arrepentidas de Caén. En 1653, San Juan fundó en Lisieux un seminario, al que siguió otro en Rouen en 1659. ¡En seguida, el santo se dirigió a Roma a tratar de conseguir la aprobación pontificia para su congregación; pero los santos no siempre tienen éxito, y San Juan Eudes fracasó en Roma
***
"Nuestro deseo, nuestro objetivo y nuestra principal preocupación, debe ser formar a Jesús en nosotros y hacer que en nuestros corazones reine su espíritu, su devoción, sus afectos, sus deseos y sus disposiciones. Toda nuestra vida religiosa debe tender a eso. Tal es la tarea que Dios nos ha confiado para que trabajemos en ella constantemente".
***
"Harían falta tres eternidades para celebrar dignamente la misa: -una eternidad para prepararse-una eternidad para celebrarla-y una eternidad para dar gracias."

Saludo de san Juan Eudes al Corazón de Jesús y de María



Te saludamos, Corazón santo,
Te saludamos, Corazón manso,
Te saludamos, Corazón humilde,
Te saludamos, Corazón puro,
Te saludamos, Corazón sacerdotal,
Te saludamos, Corazón sabio,
Te saludamos, Corazón paciente,
Te saludamos, Corazón obediente,
Te saludamos, Corazón atento a la voluntad del Padre,
Te saludamos, Corazón fiel,
Te saludamos, Corazón fuente de felicidad,
Te saludamos, Corazón misericordioso,
Te saludamos, Corazón amante,
Te adoramos, Te alabamos,
Te glorificamos,Te damos gracias,
Te amamos con todo nuestro corazón,
Con toda nuestra alma,
Con todas nuestras fuerzas,
Te ofrecemos nuestro corazón,
Te lo damos,
Te lo consagramos,
Te lo ofrecemos,
Recíbelo y poséelo totalmente,
Purifícalo, Ilumínalo, Santifícalo,
Y vive y reina en él, ahora y por siempre jamás. AMEN.
-------------
Yo te saludo, María, Hija de Dios Padre,
Yo te saludo, María, Madre de Dios Hijo,
Yo te saludo, María, Esposa del Espíritu Santo,
Yo te saludo, María, Templo de la Divinidad,
Yo te saludo, María, Virgen de las vírgenes,
de quién el Rey de los cielos ha querido nacer,
Yo te saludo, María, Reina de los mártires,
Yo te saludo, María, Reina del mundo,
Yo te saludo, María, Reina de mi Corazón,
Yo te saludo, María, llena de gracia,
Bendito sea el fruto de tus entrañas, Jesús,
Bendito sea tu esposo, san José,
Bendito sea tu padre, san Joaquín,
Bendita sea tu madre, santa Ana,
Bendito sea tu hijo, san Juan,
Bendito sea tu ángel, san Gabriel,
Benditos sean todos aquellos que te aman y te bendicen. Amén.

martes, 18 de agosto de 2009

Preces sacerdotales (VI)


Te pedimos Señor por tus sacerdotes,
Que sólo toquen la tierra para santificarla

R/. Te rogamos, óyenos

  • Que por su pureza sean como Ángeles
  • Que ardan en tu amor y en el de María
  • Que jamás den un mal ejemplo
  • Que no se cansen de alabarte
  • Que sus pasos sean todos para gloria de Dios
  • Que su porte exterior sea sencillo y santo
  • Que no se mezclen en las cosas mundanas
  • Que se den siempre a respetar
  • Que utilicen todos los medios en bien de las almas
  • Que sus manos sólo sepan bendecir
  • Que sus labios jamás se manchen con las cosas profanas
  • Que sus pies sólo caminen en pos de las almas
  • Que sus ojos miren siempre a María
  • Que sus cuerpos sean siempre tu Sagrario
  • Que sus pensamientos sean sobrenaturales
  • Que su corazón sea un continuo incensario
  • Que el Espíritu Santo los posea, les regale con profusión sus dones y sus frutos, los enamore de la Trinidad Santísima y entonces se renovará la faz de la tierra.

Oración
Te pedimos Señor, que hagas santos
a tus Sacerdotes, por el Espíritu Santo.
Jesús, María y José, santificad a los Sacerdotes
y salvad todas las almas. Amén.

lunes, 17 de agosto de 2009

Dom Columba Marmión: Jesucristo, ideal del sacerdote


PRIMERA PARTE
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CRISTO, AUTOR DE NUESTRO SACERDOCIO
Y NUESTRA SANTIDAD
I
EL SACERDOCIO DE CRISTO
1.- La gloria de Dios
San Pablo nos lo revela: la absoluta dependencia de toda criatura ante la soberana grandeza de Dios obliga al hombre a tributar la gloria a la divina majestad: Ex ipso et per Ispum et in Ispo sun omnia; Ipsi gloria in saecula. Amen. (Rom, XI, 36) Porque de él y por él y para él son todas las cosas. A él la gloria por los siglos. Amen.
Dios se tributa a sí mismo una alabanza perfecta e infinita. Nada absolutamente le pueden añadir todos los himnos de los ángeles y del universo entero. Y con todo, Dios exige de su criatura que se asocie a esta glorificación propia de su vida íntima.
Según el plan divino, la gloria que el hombre debe rendir al Señor trasciende los límites de la religión natural y se remonta hasta la Trinidad misma por el sacerdocio de Cristo, único mediador entre la tierra y el cielo.
Tal es la magnífica preorrogativa del sacerdocio de Cristo y del de sus sacerdotes: ofrecer a la Trinidad , en nombre de la humanidad y del universo, un homenaje de alabanza agradable a Dios. La grandeza de este sacerdocio consiste en asegurar el retorno de toda la obra de la creación al Señor de todas las cosas.
Con el respeto que brota de una fe viva, comencemos a fijar nuestra mirada en el misterio de esta glorificación que se realiza en el seno de la Trinidad. Existía ya antes del tiempo como el mismo Dios y durará sin cesar, como era en el principio, ahora y siempre. Ella es el modelo de toda alabanza, sea humana o angélica. Y nosotros hemos sido llamados a unirnos a ella, tanto en la tierra como en el cielo. Este es nuestro sublime destino.
¿Y cuál es esta gloria que se tributan mutuamente las divinas personas?
En su ensencia, Dios no solamente es grande, sino también objeto de toda alabanza, laudabilis nimis (Ps. 47,1). Por eso, debe recibir la gloria que corresponde a su mejstad con una alabanza igual a los abismos de poder, de sabiduría y de amor que él existen. Pudo Dios no haber creado nada. Hubiera podido vivir sin nosotros en la inafable y bienaventurada sociedad de luz y de amor que constituyen las personas divinas.
El Padre engendra al Hijo. Le hace eternamente particiànte del don supremo, que es la vida y las perfecciones de la divinidad, y le comunica todo cuanto es el mismo, a excepción de su propiedad de ser Padre.
Imagen sustancial perfecta, el Verbo es "el esplendor de la gloria del Padre": Splendor gloriae et figura substantiae eius (Hebr. 1,3). Nacido del hogar de toda luz, el mismo es la luz y se refleja, como un himno ininterrumpido, hacia aquel de donde emana: "Todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío" (Jo XVII, 10).
De esta suerte, por el movimiento natural de su Filiación, el Hijo hace refluir hacia el Padre todo lo que tiene recibido de él.
En esta mutua donación, el Espíritu Santo, que es caridad, procede del amor del Padre y del Hijo como de su único princio de origen. Este abrazo de amor infinito entre las tres Personas completa la eterna comunicación de la vida en el seno de la Trinidad.
Tal es la gloria que Dios se tributa a si mismo en la sagrada intimidad de su vida eterna.
¿Podría verse, quizás, en esta glorificación infinita una especie de acción sacerdotal? Ciertamente que no. Y la razón es la siguiente:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son iguales en poder, en eternidad y en majestad. No se puede admitir que exista entre ellos una razón de subordinación o inferiordidad, cualquiera que sea. Ahora bien, el concepto mismo del sacerdocio entraña esta idea de inferioridad. El sacerdote se abaja cuando rinde culto a Dios. Y es precisamente por esta sumisión a Dios por la que puede cumplir su papel de mediador entre Dios y los hombres. Pero como las personas divinas constituyen una misma y única esencia, ninguna de ellas puede ser considerada como rindiendo culto a las otras. Ninguna función sacerdotal puede concebirse en la glorificación eterna que se verifica en el seno de la Trinidad. Y esta es la razón de porqué en Jesucristo, el Sacerdoico pertenece a su santa humanidad y no al Verbo. Este no es Pontíficie, sino por su encarnación; su sacerdocio es una prerrogativa propia de su humanidad.

domingo, 16 de agosto de 2009

Jesús de Nazaret: Amad a los sacerdotes



Hola amigo:
Hoy quiero hablarte de algo que llevo en el centro del corazón, y que especialmente cuido con esmero todos los días. Quiero hablarte de los SACERDOTES, de mis SACERDOTES, de tus SACERDOTES. Ya les dije a mis primeros Apóstoles que su suerte entre la gente del mundo no sería mejor que la mía, que soy el Maestro y el Pastor. Les advertí que si a Mí me persiguieron, ellos no van a ser menos… Y, ¿esto por qué? Porque los hombres sin corazón, sin buen espíritu, no pueden admitir que haya personas como ellos que desempeñen una misión divina. No soportan muchos que alguien les corrija, les diga lo que deben hacer, les lleven la contraria, llame a las cosas por sus nombre… Lo santo, lo que se sale de la corriente mundana y descreída, no se quiere admitir, se intenta eliminar… ¡Cuantos sacerdotes han sido martirizados a lo largo de la historia! Y me ha dolido fuertemente.

Perdona que te diga que los SACERDOTES son mis predilectos, porque con la Gracia y el Poder que de Mí han recibido hacen posible todos los días que Yo pueda estar entre vosotros mediante el regalo que os hice de la Eucaristía. Si no se entiende y se valora la Eucaristía , y el perdón de los pecados, y los demás sacramentos, y la proclamación de la Palabra , y la misión de cuidar las almas… En definitiva, si no se entiende la Iglesia , si a Mí no se me admite como Dios, al SACERDOTE no se le valora. Se le considera un parásito que vive del “cuento de la Religión ”. ¡Que pena me da que traten así a mis SACERDOTES! Un día fueron llamados y dijeron que SI. Se pusieron a la disposición de Dios, de la Iglesia , y al servicio de los hombres, y no se les considera, ni se les agradece lo que hacen. Por parte de muchos lo que sufren son calumnias, críticas, difamación, indiferencia, soledad, abandono, desprecio…

Así paga el mundo corrompido al que intenta tenderle una mano, y al que lo deja todo para ponerse a servir a los hombres. Es terrible la paga que reciben muchos de mis queridos amigos y colaboradores. ¡Qué pocos defienden al SACERDOTE en la calle! Prometo mi agradecimiento a todo aquel que valore el ministerio tan sublime que desempeñan y den la cara por ellos. Es increíble que en pueblos que parecen católicos y usan al sacerdote para lo que les conviene, casi siempre como un funcionario que les administra los sacramentos “sociales”, después lo “tiran” a la papelera como objeto usado, sin darle ni siquiera las gracias por el bien que les ha hecho con toda ilusión al bautizarles un niño, o administrarle la Primera Comunión , o al Bendecir su unión matrimonial, o al oficiar el entierro de un ser querido, visitar a los enfermos, ayudar a los niños y a los jóvenes… ¡Cuanta tarea y responsabilidad recae cada día sobre los hombros de los sacerdotes! Y ellos no esperan recompensa humana, pero necesitan la amistad sana y sincera, las palabras de aliento, la colaboración de todos.

Es verdad que algunos no dan el ejemplo que debían…Pero estoy seguro que serían mucho mejores si se vieran arropados por la gente buena que hay cerca de ellos. El SACERDOTE no es un “solterón” con el que pueden “tontear” las “solteronas afectivamente insatisfechas”. ¡Por favor, mujeres, respetad la persona del SACERDOTE y no pinchéis nunca el globo de sus fragilidades humanas. Porque ellos son también hombres, y deben preservar los compromisos que un día adquirieron al decir SI. ¡Ayudad a los sacerdotes si los veis vacilantes! ¡No los machaquéis con vuestras imprudencias, las críticas mordaces, o vuestras incomprensiones¡ ¡No hagáis más dificultosa su tarea ministerial, ni le pongáis piedras en el camino!

Agradezco con todo Mi Corazón el bien que hacen mis SACERDOTES y el bien que vosotros le hacéis a ellos. El mundo corrompido y despiadado no los quiere, como no me quiere a Mí, pero si no hubiera SACERDOTES ese mismo mundo se convertiría en una selva. En vuestras manos pongo a mis SACERDOTES. Son personas consagradas. Están desempeñando Mi tarea. ¡Cuidádmelos bien! Algún día se os preguntará: ¿Qué hiciste con el SACERDOTE que puse a tu servicio? ¿Supiste aprovechar bien ese talento, ese carisma que se os regaló? Reza mucho por ellos y por los que puedan llegar a ser como ellos. Los necesitamos, Dios y vosotros, para hacer más humano y más divino a este mundo pagano, enfermo de materialismo.

Un abrazo de tu amigo,
Jesús
Enviado por Estanislao León
desde Venezuela

sábado, 15 de agosto de 2009

Audiencia general (12-8-09): María, modelo perfecto para los sacerdotes


En la Audiencia General de esta mañana, el Papa Benedicto XVI meditó sobre la relación que existe entre la Virgen María y los presbíteros, en el marco del Año Sacerdotal y en la víspera de la celebración de la Solemnidad de la Asunción. La Madre de Dios, dijo el Pontífice, es el modelo perfecto para la existencia de los sacerdotes.
Ante miles de fieles peregrinos que acudieron al Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, el Santo Padre recordó que este sábado 15 de agosto se celebra la Asunción de la Virgen al
cielo y explicó que la relación entre ella y los sacerdotes “está profundamente enraizado en el misterio de la Encarnación“.
“Cuando Dios decidió hacerse hombre en su Hijo, necesitaba del ’sí’ libre de una criatura suya. Dios no actúa contra nuestra libertad. Y sucedió una cosa verdaderamente extraordinaria. Dios se hace dependiente de la libertad, del ’sí’ de una criatura suya, espera este ’sí’. San Bernardo de Claraval, en una de sus homilías, ha explicado de modo dramático este momento decisivo de la historia universal, donde el cielo, la tierra y Dios mismo esperan qué cosa dirá esta criatura”.
Por ello, prosiguió el Papa, “el ’sí’ de María es la puerta a través de la cual Dios ha podido entrar en el mundo, hacerse hombre. Así María está realmente y profundamente involucrada en el misterio de la Encarnación, de nuestra salvación. Y la Encarnación, el hacerse hombre del Hijo, era desde el inicio lo que realizaba el don de sí; al donarse con mucho amor en la
Cruz, para hacerse pan para la vida del mundo. Así este sacrificio, sacerdocio y Encarnación van juntos y María está en el centro de este misterio“.
Al hablar luego del pasaje evangélico en el que el Señor desde la Cruz deja a María como Madre de todos los hombres en el Apóstol Juan, que podría considerarse como prefiguración de todos los sacerdotes y que “desde ese momento la recibió en su casa”,
Benedicto XVI subrayó que esta acción “significa introducirla en el dinamismo de la entera y propia existencia –no es una cosa exterior– y en todo constituye el horizonte del propio apostolado“.
“Me parece –continuó– que ha de comprenderse por ello cómo la peculiar relación de maternidad existente entre María y los presbíteros constituye la fuente primaria, el motivo fundamental de la predilección que nutre por cada uno de ellos (los sacerdotes). María los prefiere por dos razones: porque son más similares a Jesús, amor supremo de su corazón; y porque también ellos, como Ella, están comprometidos en la misión de proclamar, testimoniar y dar a Cristo al mundo“.
“Por la propia identificación y conformación sacramental a Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, todo sacerdote puede y debe sentirse verdaderamente hijo predilecto de esta altísima y humildísima Madre”,
añadió.
El
Concilio Vaticano II, dijo luego el Papa, “invita a los sacerdotes a mirar a María como el modelo perfecto de la propia existencia, invocándola como ‘Madre del sumo y eterno Sacerdote, Reina de los Apóstoles, Auxilio de los presbíteros en su ministerio’. Y los presbíteros –dice el Concilio– ‘deben entonces venerarla y amarla con devoción y culto filial’”.
Refiriéndose después al Cura de Ars, el Pontífice resaltó como este santo sacerdote amaba repetir:
“Jesucristo, luego de habernos dado todo aquello que podía darnos, nos hizo incluso herederos de lo más precioso que tenía, es decir a su Santa Madre“.
“Esto vale –concluyó el Papa– para todo cristiano, para todos nosotros, pero de modo especial para los sacerdotes. Queridos hermanos y hermanas, rezamos para que María haga que todos los sacerdotes, en todos los problemas del mundo de hoy, que sean conformes a la imagen de su Hijo Jesús, dispensador del tesoro inestimable de su amor de Pastor bueno. ¡María, Madre de los sacerdotes, ruega por nosotros!”
Fuente: ACIPRENSA

LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA A LOS CIELOS EN CUERPO Y ALMA

Al cielo vais, Señora, allá os reciben con alegre canto;
¡oh quién pudiera ahora asirse a vuestro manto
para subir con vos al monte santo!
De ángeles sois llevada,
de quien servida sois desde la cuna,
de estrellas coronada, cual reina habrá ninguna,
pues os calza los pies la blanca luna.
Volved los linces ojos,a ve preciosa, sola humilde y nueva,
al val de abrojos que tales flores lleva,
do suspirando están los hijos de Eva.
Que, si con clara vista miráis las tristes almas de este suelo,
con propiedad no vistalas subiréis de vuelo,
como perfecta piedra imán al cielo.
Amén.
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
Pio XII, Munificentísimus Deus

viernes, 14 de agosto de 2009

Consagración a la Inmaculada compuesta por S. Maximiliano Kolbe


"Oh Inmaculada, reina del cielo y de la tierra, refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima, a quien Dios confió la economía de la misericordia.
Yo, N., pecador indigno, me postro ante ti, suplicando que aceptes todo mi ser como cosa y posesión tuya. A ti, oh Madre, ofrezco todas las dificultadesde mi alma y mi cuerpo, toda la vida, muerte y eternidad. Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin ninguna reserva, para cumplir lo que de ti ha sido dicho: "Ella te aplastará la cabeza", y también: "Tú has derrotado todas las herejías en el mundo".
Haz que en tus manos purísimas y misericordiosas me convierta en instrumento útil para introducir y aumentar tu gloria en tantas almas tibias e indiferentes, y de este modo, aumento en cuanto sea posible el bienaventurado Reino del Sagrado Corazón de Jesús. Donde tú entras oh Inmaculada, obtienes la gracia de la conversión y la santificación, ya que toda gracia que fluye del Corazón de Jesús para nosotros, nos llega a través de tus manos". Ayúdame a alabarte, oh Virgen Santa y dame fuerza contra tus enemigos."


San Maximiliano Kolbe: "v=V=S" ecuación de la santidad

Maximiliano María Kolbe nació cerca de Lodz (Polonia) el 8 de enero de 1894. Ingresó en el seminario de los Hermanos Menores Conventuales en 1907, y el año 1918 fue ordenado sacerdote en Roma. Encendido en el amor a la Madre de Dios fundó la asociación piadosa de la "Milicia de María Inmaculada", que propagó con entusiasmo. Misionero en el Japón, se esforzó por extender la fe cristiana bajo el auspicio y patrocinio de la misma Virgen Inmaculada. Vuelto a Polonia, habiendo sufrido grandes calamidades, en el mayor conflicto de los pueblos, entregó su vida como holocausto de caridad por la libertad de un desconocido condenado a muerte, el 14 de agosto de 1941, en el campo de concentración de Auchwitz.

***

He aquí un diálogo que San Maximiliano tuvo con unos jóvenes:
-¡Quiero que sean santos y grandes santos!
-Padre, ¿no le parece pedir demasiado?
-¡No! La santidad no es un lujo, sino un deber y un compromiso de familia. Dios lo quiere: "¡Sed santos, porque yo soy santo!", Todo hijo ha de imitar a su madre. Nuestra madre es la Inmaculada, la santa. Por eso debemos ser santos.
-Pero ser santo ¿no es algo engorroso?
-No, muchachos, es lo más sencillo y fácil. ¿Tienen una tiza? Pues bien, aquí sobre el pizarrón voy a escribir la fórmula de la santidad. ¡Cómo es de simple!
Escribe: v = V = S
-Es apenas una ecuación. La v minúscula es nuestra voluntad. La V mayúscula es la voluntad de Dios. Cuando estas voluntades chocan, es el dolor, el sufrimiento. Cuando estas dos voluntades se identifican, cuando nuestra voluntad se identifica con la de Dios, es la santidad, es la paz del corazón. ¡Que sencillo es! ¿Verdad?

***
"La vida es breve, Hemos de emplear todo nuestro tiempo... Se vive una sola vez. Es necesario ser santos, no a medias, sino totalmente, para gloria de la Inmaculada y la mayor gloria de Dios".
***
Con la oración conocemos nuestro puesto en presencia de Dios, quién es Dios y quiénes somos nosotros. "
***
a la ciudad de la Inmaculada

***

Oh Dios, que a san Maximiliano María, apóstol de la Inmaculada y ejemplo de caridad hacia el prójimo, le infundiste un deseo ardiente de la salvación de los hombres, concédenos, por su intercesión, poder trabajar generosamente por tu gloria y por la salvación de los hombres hasta dar nuestra propia vida, como lo hizo tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.Amén

***

ver más en http://www.devocionario.com/santos/maximiliano_1.html

jueves, 13 de agosto de 2009

El sacerdote en 12 puntos


EL SACERDOTE ...
  1. Es Otro Cristo. Respétalo.
  2. Es representante de Dios. Ten confianza en él.
  3. Es tu bienhechor. Muéstrate agradecido con él.
  4. En el confesionario es médico de tu alma. Manifiéstale tus heridas.
  5. Es guía en tus caminos. Sigue sus consejos.
  6. Es juez de tus actos. Obedece sus amonestaciones.
  7. En el altar, él ofrece tus oraciones a Dios. No te olvides de él.
  8. El reza por ti, por los tuyos y por las almas del purgatorio. Pide a Dios misericordia para ti y para él.
  9. En su vida diaria, es hombre. No lo condenes.
  10. Es un hombre. Una palabra de afecto lo alegrará.
  11. Si tienes que decir sus faltas, dilas a Dios para que lo ilumine y le dé ánimo para corregirlas.
  12. El tiene una gran responsabilidad. Pide a Dios que lo guíe en la vida y tenga misericordia de él en el trance de su muerte.

Virgen Inmaculada, acoge bajo tu manto
a todas las almas sacerdotales del mundo entero
para que sean lirios purísimos para Jesús.
Enviado por Zayra Rosas

Zayra Rosa: ¿Quién es el sacerdote?


Desde México, nuestra colaboradora Zayra Rosario Rosas nos envía este testimonio sobre lo que es el sacerdote. Muchas gracias por envíarnoslo y quererlo compartir con los demás.



Cuando era pequeña me preguntaba qué es un sacerdote, por qué siempre andan tan alegres, de donde les viene esa alegría…como si fueran seres de otro mundo. Me sorprendía que siempre los veía sonrientes con la gente, muy amables. Siendo yo de carácter tan duro, me admiraba de verlos siempre tan "felices". Se me hacía algo imposible. Un día, cuando yo tenía siete de edad, uno de <> se me acercó con lágrimas en los ojos y empezó a hablarme de sus problemas. Yo no lo entendí pero jamás he podido olvidar ese momento, como muchos otros que han venido después. Aquel día quedó respondida mi pregunta: ¿qué es un sacerdote? Es un hombre común, es alguien que ríe pero también llora. Es un hombre que se alegra pero también se entristece. Es un hombre que se emociona pero también se llega a molestar. Es un hombre diligente pero que también se cansa. En un hombre pecador que ha dicho "sí" a la invitación que Dios le ha hecho para ser perfecto, para ser santo. Y desde ese día también es un hombre lleno de la gracia de Dios y la luz del Espíritu Santo enviado a llevar el mensaje de Dios a los hombres y las almas a Dios. Es un hombre que intercede por nosotros pero que también pide nuestra oración por él. Es un hombre que nos brinda su apoyo, su consejo, el rostro amoroso del Padre, pero que también necesita de nuestro apoyo, de nuestra mano amiga. Es un hombre dispuesto a escucharnos pero que también tiene mucho que decir. Y yo también podría seguir hablando de <>; y es que la verdad, son para nosotros un misterio del amor que Dios nos tiene, porque su vocación, su ministerio, no es para ellos, es para nosotros. No puedo siquiera imaginar lo que sería que no hubiera sacerdotes que hicieran presente a Jesús en el pan y el vino para dárnoslo como alimento. El sacerdocio es un don de Dios para la Iglesia por eso hay que valorarlo y rogar por <>... “Ahora sé que son hombres comunes y que esa alegría es la que les viene de Dios”.

martes, 11 de agosto de 2009

Juan Pablo II: La devoción a María Santísima en la vida del presbítero


La devoción a María Santísima
en la vida del presbítero

Audiencia general 30.VI.93

1. En las biografías de los sacerdotes santos siempre se halla documentada la gran importancia que han atribuido a María en su vida sacerdotal. Esas vidas escritas quedan confirmadas por la experiencia de las vidas vividas de tantos queridos y venerados presbíteros, a quienes el Señor ha puesto como ministros verdaderos de la gracia divina en medio de las poblaciones encomendadas a su cuidado pastoral, o como predicadores, capellanes, confesores, profesores y escritores. Los directores y maestros del espíritu insisten en la importancia de la devoción a la Virgen en la vida del sacerdote, como apoyo eficaz en el camino de santificación, fortaleza constante en las pruebas personales y energía poderosa en el apostolado.
También el Sínodo de los obispos de 1971 ha transmitido estas recomendaciones de la tradición cristiana a los sacerdotes de hoy, afirmando que "con el pensamiento puesto en las cosas celestiales y sintiéndose partícipe de la comunión de los santos, el presbítero mire con frecuencia a María, Madre de Dios, que recibió con fe perfecta al Verbo de Dios, y le pida cada día la gracia de conformarse a su Hijo" (L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 12 de diciembre de 1971, p. 4). La razón profunda de la devoción del presbítero a María santísima se funda en la relación esencial que se ha establecido en el plan divino entre la madre de Jesús y el sacerdocio de los ministros del Hijo. Queremos profundizar este aspecto tan importante de la espiritualidad sacerdotal y sacar sus consecuencias prácticas.


2. La relación de María con el sacerdocio deriva, ante todo, del hecho de su maternidad. Al convertirse con su aceptación del mensaje del ángel. Al ser madre de Cristo, María se convirtió en madre del sumo sacerdote. Es una realidad objetiva: asumiendo con la Encarnación la naturaleza humana, el Hijo eterno de Dios cumplió la condición necesaria para llegar a ser, mediante su muerte y su resurrección, el sacerdote único de la humanidad (cf. Hb 5, 1). En el momento de la Encarnación, podemos admirar una armonía perfecta entre María y su Hijo. En efecto, la carta a los Hebreos nos muestra que "entrando en el mundo" Jesús dio a su vida una orientación sacerdotal hacia su sacrificio personal, diciendo a Dios: "Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo [...]. Entonces dije: "He aquí que vengo [...] a hacer, oh Dios, tu voluntad!" (Hb 10, 5.7). El Evangelio nos refiere que, en el mismo momento, la Virgen María expresó idéntica disposición, diciendo: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Esta armonía perfecta nos muestra que entre la maternidad de María y el sacerdocio de Cristo se estableció una relación íntima. De aquí deriva la existencia de un vínculo especial del sacerdocio ministerial con María santísima.

3. Como sabemos, la Virgen santísima desempeñó su papel de madre no sólo en la generación física de Jesús, sino también en su formación moral. En virtud de su maternidad, le correspondió educar al niño Jesús de modo adecuado a su misión sacerdotal, cuyo significado había comprendido en el anuncio de la Encarnación.
En la aceptación de María puede, por tanto, reconocerse una adhesión a la verdad sustancial del sacerdocio de Cristo y la disposición a cooperar en su realización en el mundo. De esta forma, se ponía la base objetiva del papel que María estaba llamada a desempeñar también en la formación de los ministros de Cristo, partícipes de su sacerdocio. He aludido a ello en la exhortación apostólica postsinodal Pastores dabo vobis: cada aspecto de la formación sacerdotal puede referirse a María (n. 82).

4. Por otra parte, sabemos que la Virgen vivió plenamente el misterio de Cristo, que fue descubriendo cada vez más profundamente gracias a su reflexión personal sobre los acontecimientos del nacimiento y de la niñez de su Hijo (cf. Lc 2, 19; 2, 51). Se esforzaba por penetrar, con su inteligencia y su corazón, el plan divino, para colaborar con él de modo consciente y eficaz. ¿Quién mejor que ella podría iluminar hoy a los ministros de su Hijo, llevándolos a penetrar las riquezas inefables de su misterio para actuar en conformidad con su misión sacerdotal?
María fue asociada de modo único al sacrificio sacerdotal de Cristo, compartiendo su voluntad de salvar el mundo mediante la cruz. Ella fue la primera persona y la que con más perfección participó espiritualmente en su oblación de sacerdos et hostia. Como tal, a los que participan, en el plano ministerial, del sacerdocio de su Hijo puede obtenerles y darles la gracia del impulso para responder cada vez mejor a las exigencias de la oblación espiritual que el sacerdocio implica: sobre todo, la gracia de la fe, de la esperanza y de la perseverancia en las pruebas, reconocidas como estímulos para una participación más generosa en la ofrenda redentora.

5. En el Calvario Jesús confió a María una maternidad nueva, cuando le dijo: "Mujer, ahí tienes a tu hijo" (Jn 19, 26). No podemos desconocer que en aquel momento Cristo proclamaba esa maternidad con respecto a un sacerdote, el discípulo amado. En efecto, según los evangelios sinópticos, también Juan había recibido del Maestro, en la cena de la víspera, el poder de renovar el sacrificio de la cruz en conmemoración suya; pertenecía, como los demás Apóstoles, al grupo de los primeros sacerdotes; y reemplazaba ya, ante María, al Sacerdote único y soberano que abandonaba el mundo. La intención de Jesús en aquel momento era, ciertamente, la de establecer la maternidad universal de María en la vida de la gracia con respecto a cada uno de los discípulos de entonces y de todos los siglos. Pero no podemos ignorar que esa maternidad adquiría una fuerza concreta e inmediata en relación a un Apóstol sacerdote. Y podemos pensar que la mirada de Jesús se extendió, además de a Juan, siglo tras siglo, a la larga serie de sus sacerdotes, hasta el fin del mundo. Y a cada uno de ellos, al igual que al discípulo amado, los confió de manera especial a la maternidad de María.
Jesús también dijo a Juan: "Ahí tienes a tu madre" (Jn 19, 27). Recomendaba, así, al Apóstol predilecto que tratar María como a su propia madre; que la amara, venerara protegiera durante los años que le quedaban por vivir en la tierra, pero a la luz de lo que estaba escrito de ella en el cielo, al que sería elevada y glorificada. Esas palabras son el origen del culto mariano. Es significativo que estén dirigidas a un sacerdote. ¿No podemos deducir de ello que el sacerdote tiene el encargo de promover y desarrollar ese culto, y que es su principal responsable?
En su evangelio, Juan subraya que "desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa" (Jn 19, 27). Por tanto, respondió inmediatamente a la invitación de Cristo y tomó consigo a María, con una veneración en sintonía con aquellas circunstancias. Quisiera decir que también desde este punto de vista se comportó como un verdadero sacerdote. Y, ciertamente, como un fiel discípulo de Jesús.

Para todo sacerdote, acoger a Maria en su casa significa hacerle un lugar en su vida, y estar unido a ella diariamente con el pensamiento, los afectos y el celo por el reino de Dios y por su mismo culto (cf. Catecismo de la Iglesia católica, nn. 2673. 2679).

6. ¿Qué hay que pedir a María como Madre del sacerdote? Hoy, del mismo modo (o quizá más) que en cualquier otro tiempo, el sacerdote debe pedir a María, de modo especial, la gracia de saber recibir el don de Dios con amor agradecido, apreciándolo plenamente como ella hizo en el Magnificat; la gracia de la generosidad en la entrega personal para imitar su ejemplo de Madre generosa; la gracia de la pureza y la fidelidad en el compromiso del celibato, siguiendo su ejemplo de Virgen fiel; la gracia de un amor ardiente y misericordioso a la luz de su testimonio de Madre de misericordia.
El presbítero ha de tener presente siempre que en las dificultades que encuentre puede contar con la ayuda de María. Se encomienda a ella y le confía su persona y su ministerio pastoral, pidiéndole que lo haga fructificar abundantemente. Por último, dirige su mirada a ella como modelo perfecto de su vida y su ministerio, porque ella, como dice el Concilio, "guiada por el Espíritu Santo, se consagró toda al ministerio de la redención de los hombres; los presbíteros reverenciarán y amarán, con filial devoción y culto, a esta madre del sumo y eterno Sacerdote, Reina de los Apóstoles y auxilio de su ministerio" (Presbyterorum ordinis, 18). Exhorto a mis hermanos en el sacerdocio a alimentar siempre esta verdadera devoción a María y a sacar de ella consecuencias prácticas para su vida y su ministerio. Exhorto a todos los fieles a encomendarse a la Virgen, juntamente con nosotros, los sacerdotes, y a invocar sus gracias para sí mismos y para toda la Iglesia.

Vigilia de la Asunción en el año sacerdotal



MONICIÓN INICIAL

Queridos hermanos:
Nos hemos reunido en esta tarde/noche en torno a nuestra Reina y Madre, la Virgen Santísima, con motivo de la fiesta de su Asunción en cuerpo y alma a los cielos.
Es una verdad de fe, profesada por la Iglesia, que “la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte”.
El Papa Benedicto XVI nos recordaba en una ocasión que María, al ser elevada a los cielos, no se alejó de nosotros, sino que está aún más cercana, y su luz se proyecta sobre nuestra vida y sobre la historia de la humanidad entera. Atraídos por el esplendor celestial de la Madre del Redentor, acudimos con confianza a ella, que desde el cielo nos mira y nos protege.
En esta noche, queremos presentarles a sus sacerdotes, para que como Madre los proteja, los sostenga y los ayude en su vida y en su camino hacia la santidad.

PROCESIÓN Y CANTO

Tras la monición ambiental, se puede hacer una procesión con una imagen de la Virgen desde la entrada de la Iglesia, mientras se entona un canto. Los fieles podrían estar con velas encendidas.

¿Quién es esta que sube?
¿Quién es esta que llega
revestida de Reina
y apoyada en su Amado?
1. Es la humilde doncella, es María la esclava; es la Amada entre todas, que hoy es exaltada.
2. Es la madre de Cristo, es la llena de gracia, que hoy sube hacia el cielo para ser coronada.
3. Es la Esposa elegida, la mujer liberada, y hoy con gozo la Iglesia conmemora su Pascua.
Himno de la liturgia cisterciense
Otros cantos: “Quae est ista quae progredietur” de J. Mª Alcácer, “De luz revestida” de J. Mª Alcácer, “Por tu gloriosa Asunción” de J. Mª Alcácer o también con el Ave de Fátima con la estrofa que se refiere al 4º misterio glorioso del Rosario.

ROSARIO

Celebrante: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.
Celebrante: Señor, ábreme los labios.
Todos: Y mi boca proclamará tu alabanza.
Celebrante: Dios mío, ven en mi auxilio.
Todos: Señor, date prisa en socorrerme.

1º MISTERIO
La Resurrección de Jesús


Lector
1: “Después de que Jesús es colocado en el sepulcro, María «es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y sorprendente de la Resurrección». La espera que vive la Madre del Señor el Sábado santo constituye uno de los momentos más altos de su fe: en la oscuridad que envuelve el universo, ella confía plenamente en el Dios de la vida y, recordando las palabras de su Hijo, espera la realización plena de las promesas divinas.”
Juan Pablo II, Catequesis 1997

Lector 2: Acudamos confiados a la Virgen María, para que renueve y acreciente en nosotros y en todos los sacerdotes de su Hijo la fe y la confianza en Dios.

Canto:
  • Alleluia, lapis revolutus est
  • Alleluia. O Filii”,
  • Acuérdate de Jesucristo
  • Resucitó”.

En cada misterio se reza 1 padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria. Cada misterio podría ser rezado por diferentes personas.

2º MISTERIO
La Ascensión de Jesús


Lector 1: “En la escuela de la Virgen, los discípulos aprenden, como Juan, a conocer profundamente al Señor y a entablar una íntima y perseverante relación de amor con él. Descubren, además, la alegría de confiar en el amor materno de María, viviendo como hijos afectuosos y dóciles.
La historia de la piedad cristiana enseña que María es el camino que lleva a Cristo y que la devoción filial dirigida a ella no quita nada a la intimidad con Jesús; por el contrario, la acrecienta y la lleva a altísimos niveles de perfección.”

Juan Pablo II, Catequesis 1997

Lector 2: Acudamos confiados a la Virgen María, para que renueve y acreciente en nosotros y en todos los sacerdotes de su Hijo el amor y la devoción filial hacia ella, camino para ir a Jesús.

Canto:

  • “Ave maris stella”,
  • “María, puente y camino”,
  • “Mientras recorres la vida”,
  • “Reina de los Apóstoles”

3º MISTERIO
El don del Espíritu Santo


Lector 1: “En la comunidad cristiana la oración de María reviste un significado peculiar: favorece la venida del Espíritu, solicitando su acción en el corazón de los discípulos y en el mundo. De la misma manera que, en la Encarnación, el Espíritu había formado en su seno virginal el cuerpo físico de Cristo, así ahora, en el cenáculo, el mismo Espíritu viene para animar su Cuerpo místico.
Por tanto, Pentecostés es fruto también de la incesante oración de la Virgen, que el Paráclito acoge con favor singular, porque es expresión del amor materno de ella hacia los discípulos del Señor.”

Juan Pablo II, Catequesis 1997

Lector 2: Acudamos confiados a la Virgen María, para que por su mediación acreciente en nosotros y en todos los sacerdotes de su Hijo los dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios

Canto:

  • “Veni creator”,
  • “Veni Sancte Spiritus”,
  • “Envía tu Espíritu, Señor”,
  • “Espiritu Santo, ven”.

4º MISTERIO
La Asunción a los cielos en cuerpo y alma de la Virgen María

Lector 1: “La Virgen Inmaculada, “terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo”. María, a diferencia de los demás cristianos que mueren en gracia de Dios, fue elevada a la gloria del Paraíso también con su cuerpo. Se trata de una creencia milenaria, expresada también en una larga tradición iconográfica, que representa a María cuando entra con cuerpo en el cielo.
El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio.”

Juan Pablo II, Catequesis 1997

Lector 2: Acudamos confiados a la Virgen María, para que renueve y acreciente en nosotros y en todos los sacerdotes de su Hijo la esperanza en la vida eterna y así llevemos una vida más santa.

Canto:

  • “Quae est ista quae progredietur”,
  • “Magnificat”,
  • “De luz revestida”,
  • “Por tu gloriosa Asunción”,
  • “Un día a verla iré”

5º MISTERIO
La coronación de María Santísima como Reina y Señora de todo lo creado.

Lector 1: “La Asunción no sólo favorece la plena comunión de María con Cristo, sino también con cada uno de nosotros: está junto a nosotros, porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro itinerario terreno diario. «Tú moras espiritualmente con nosotros, y la grandeza de tu desvelo por nosotros manifiesta tu comunión de vida con nosotros», leemos en una Homilía de San Germán.
El estado glorioso de María suscita una cercanía continua y solícita. Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia, y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida.
Elevada a la gloria celestial, María se dedica totalmente a la obra de la salvación, para comunicar a todo hombre la felicidad que le fue concedida. Es una Reina que da todo lo que posee, compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo.”

Juan Pablo II, Catequesis 1997

Lector 2: Acudamos confiados a la Virgen María, para que nos conceda a nosotros y a todos los sacerdotes de su Hijo la perseverancia en la vocación a la que hemos sido llamados y en el bien obrar.

Canto:

  • “Salve, Regina Caelitum”,
  • “Mater Eclesiae”,
  • “Reina de todo el Universo”,
  • “Salve Madre”.

Al finalizar el 5º misterio se pueden cantar o rezar la letanía lauretana. Y para finalizar esta vigilia, se puede incensar la imagen de la Virgen mientras se canta la Salve.

Sancta Maria,

Mater Christi Sacerdoti,

ora pro clero