¡oh quién pudiera ahora asirse a vuestro manto
para subir con vos al monte santo!
De ángeles sois llevada,
de quien servida sois desde la cuna,
de estrellas coronada, cual reina habrá ninguna,
pues os calza los pies la blanca luna.
Volved los linces ojos,a ve preciosa, sola humilde y nueva,
al val de abrojos que tales flores lleva,
do suspirando están los hijos de Eva.
Que, si con clara vista miráis las tristes almas de este suelo,
con propiedad no vistalas subiréis de vuelo,
como perfecta piedra imán al cielo.
Amén.
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
Pio XII, Munificentísimus Deus