jueves, 8 de octubre de 2009

Cardenal Hummes: Homilía en la reunión de los nuevos obispos (21-9-09)


ALGUNOS PÁRRAFOS DE LA HOMILÍA DEL CARDENAL
CLÁUDIO HUMMES, EL 21.IX.2009, EN LA REUNIÓN
DE LOS NUEVOS OBISPOS DE TODO EL MUNDO REUNIDOS EN ROMA


Queridos hermanos Obispos:

Estamos celebrando el Año Sacerdotal. También los Presbíteros, como ministros ordenados y principales colaboradores de su respectivo Obispo, están sacramentalmente unidos a la misión apostólica. Este año especial ha sido convocado por el Santo Padre a favor de los Presbíteros a motivo de que ellos non son sustituibles y de su importancia en la Iglesia. Como tales, hoy tienen una particular necesidad de ser sostenidos y de llegar a una renovación espiritual y pastoral. Es por eso que fraternalmente quisiera proponeros el estar muy cercanos a vuestros Presbíteros, rezar por ellos y con ellos. El Santo Padre desea, con gran intensidad de corazón, que este Año Sacerdotal sea bien recibido y bien realizado por parte de los Obispos en sus diócesis. Nuestros Presbíteros sienten la necesidad de sentirse amados y sostenidos en su vocación y misión, sobre todo por parte de su Obispo y de su comunidad. Quieren ser reconocidos por aquello que son y por lo que hacen. También tienen necesidad de ser ayudados y orientados con el fin de poder renovar en sus corazones la verdadera identidad del sacerdocio y el verdadero sentido del celibato. En este contexto será decisivo renovar y fortalecer su espiritualidad presbiteral, que encuentra su fundamento en el ser verdaderos e incondicionales discípulos de Jesucristo, quien les ha configurado a El, Cabeza y Pastor de la Iglesia. A favor de este modo de ser discípulos, en tal modo determinante en su vida, sirve tantísimo a los Presbíteros la escucha y la lectura orante de la Palabra de Dios, la celebración diaria de la Santa Misa, la recepción frecuente del Sacramento de la Confesión, el rezo de la Liturgia de las Horas, la visita frecuente al Santísimo Sacramento, la plegaria del Rosario y otros medios para enriquecerse espiritualmente y de encuentro e intimidad personal con Jesucristo. También son muy importantes los Ejercicios Espirituales y la formación permanente.

Además hay que suscitar la conciencia misionaria de los Presbíteros. La Iglesia sabe que existe una urgencia misionaria en todo el mundo, pero non sólo ad gentes, sino también al interno del mismo rebaño de la Iglesia, ya establecida desde siglos en los países del mundo cristiano. Hay que promover en nuestras diócesis y en nuestras parroquias un verdadero afán misionario. Todos nuestros países son ahora tierra de misión en sentido estricto de la palabra. Es necesario encender en nuestros presbíteros y en nosotros mismos un nuevo fuego, una nueva pasión para alzarse e ir al encuentro de las personas, allí donde viven y trabajan, para llevarles de nuevo el Kerigma, el primer anuncio de la persona de Jesucristo, muerto y resucitado y de su Reino, conduciéndoles a un encuentro personal primero y después comunitario con el Señor. Benedicto XVI, nuestro amado Papa, refiriéndose a la situación de nuestros países de secular tradición cristiana ha dicho: “Debemos reflexionar seriamente sobre el modo en el que hoy podamos realizar una verdadera evangelización, no sólo una nueva evangelización sino muchas veces una verdadera y propriamente primera evangelización. […] No es suficiente el que nosotros busquemos el modo de conservar la grey ya existente” (discurso a los Obispos alemanes, 21.VIII.2005) sino que tenemos necesidad de una verdadera misión. No basta acoger a las personas que nos vienen a las parroquias o a las rectorías. Es necesario urgentemente levantarse y andar a la búsqueda, ante todo, de tantísimos bautizados, que se han alejado de la participación a la vida de nuestras comunidades y, después, hacia todos aquellos que poco o nada conocen a Jesucristo. La misión ha renovado siempre a la Iglesia. Lo mismo acontece a los Presbíteros cuando van a la misión. He aquí todo un programa a desarrollar en este Año Sacerdotal.


Cardenal Cláudio Hummes
Arzobispo Emérito de San Pablo
Prefecto de la Congregación para el Clero