sábado, 14 de marzo de 2015

VIA CRUCIS POR LOS SACERDOTES Y CONSAGRADOS EN EL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA


VIA CRUCIS
POR LOS SACERDOTES Y CONSAGRADOS
Compuesto por los sacerdotes
de la Iglesia del Salvador de Toledo - España


OFRECIMIENTO DE OBRAS
DEL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN
Ven, Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con Él, por la redención del mundo.  Señor mío y Dios mío Jesucristo: Por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón, y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu Reino. Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, nuestro Obispo y sus intenciones y nuestro párroco y sus intenciones.

PRIMERA ESTACIÓN.
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.
Al contemplar a Cristo condenado injustamente, le presentamos a  los sacerdotes y consagrados que por diversas causas y en diferentes situaciones son perseguidos, calumniados, difamados por causa del Evangelio, llegando incluso a la tortura y el martirio. En ellos se cumplen las palabras del Maestro: “Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo." Para ellos pedimos, la fortaleza de ánimo para soportar con alegría los sufrimientos morales y físicos.  V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Al contemplar a Cristo condenado a muerte, queremos también reparar por aquellos sacerdotes y consagrados que son causa de escándalo y piedra de tropiezo, también por aquellos sacerdotes y consagrados que se encuentran en manos de la justicia civil por algún delito. Pedimos para ellos la conversión. R/. Kyrie, eleyson.

SEGUNDA ESTACIÓN.-  
JESÚS CARGA CON LA CRUZ.
Comienza el ascenso al Calvario, monte de salvación, y cargan a Cristo con la cruz, instrumento cruel de tortura, pero que se ha convertido en instrumento de amor. En este comienzo del ascenso, presentamos al Señor  a los sacerdotes más jóvenes y aquellos consagrados que han hecho su profesión recientemente. Se han terminado las mieles del noviazgo (noviciado) y comienza el áspero camino de la entrega diaria y el cumplimiento de las obligaciones de su estado y ministerio. Para ellos pedimos la perseverancia y la valentía para la donación de sí mismos, teniendo presentes las palabras del Maestro: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.” V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Y al ver a Cristo cargado con la cruz, queremos reparar por tantos sacerdotes y consagrados que llevados por el cansancio, el desánimo, la pereza y desidia dejan de cumplir las obligaciones que adquirieron el día de su ordenación y de su consagración, así como las de su ministerio y vida apostólica.  R/. Kyrie, eleyson.

TERCERA ESTACIÓN.-  
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.
Estremece contemplar a todo un Dios totalmente agotado y extenuado a ras de suelo por el peso de la cruz. Solo hay una explicación: Amor. La vocación del sacerdote y del consagrado es cuestión de amor, un amor que se realiza en la fidelidad y entrega diaria a Aquel a quién se ama. Amor que solo busca el bien del Amado. ¡Sacerdotes y consagrados enamorados del Señor! Pedimos para que nunca su amor se apague, que cada día crezca y aumente más, que aquellos que se han enfriado vuelvan al amor primero que los cautivó. Recordando siempre que “el amor consiste no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.” V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Y contemplando el amor del Señor manifestado en su Pasión, reparemos por aquellos sacerdotes y consagrados que ya no aman, que se han olvidado del sentido de sus vidas, que se conforman con la mediocridad de un vida sin amor. Reparemos también por aquellos que no aspiran a la santidad, que viven abandonados en el pecado, que no frecuentan la confesión.  R/. Kyrie, eleyson.

CUARTA ESTACIÓN.-  
JESÚS ENCUENTRA A SU SANTÍSIMA MADRE.
Jesús y María: el Corazón del Hijo y el Corazón de la Madre. Dos corazones que se palpitan al mismo ritmo, que aman y buscan lo mismo, dos corazones con los mismos sentimientos, con los mismos intereses, dos corazones que se entregan e inmolan.  Presentamos al Señor a los sacerdotes y consagrados: para que sus corazones sean semejantes al de Jesús y al de María. Pedimos también por aquellos que sienten la orfandad al haber perdido a sus seres queridos, particularmente a sus padres, para que la verdad de la resurrección los conforte, recordando las palabras del Maestro: “Todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos a los Sagrados Corazones por aquellos sacerdotes y consagrados que viven apegados y dominados por los afectos humanos. Queremos reparar también por aquellos que por falta de confianza en las palabras del Señor y por las renuncias que implican se resisten a seguir la llamada al sacerdocio o la vida consagrada.  R/. Kyrie, eleyson.


QUINTA ESTACIÓN.-  
EL CIRINEO AYUDA A LLEVAR LA CRUZ.
La cruz se hace pesada para el mismo Jesús. Un hombre es obligado por la tropa a ayudarle, pero ¡cuál no sería su dicha! Recordando las palabras del Maestro: “Lo que hagáis a uno de estos mis humildes hermanos, a mí me lo hacéis”, pedimos por los sacerdotes y especialmente por tantas almas consagradas que dedican sus vidas a la obras de misericordia espirituales y corporales en colegios, centros de atención, hospitales, asilos, residencias  de forma asociada o individual y de muchas otras formas… Pedimos también por los sacerdotes que se encuentran en dificultades tanto físicas como espirituales, para que encuentren siempre ayuda por parte de sus superiores, de sus confesores y directores espirituales, así como de sus comunidades y parroquias. V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos por aquellos sacerdotes y consagrados que cegados por el egoísmo y la comodidad se hacen indolentes ante el dolor ajeno y cierran sus corazones ante las necesidades de sus hermanos. R/. Kyrie, eleyson.

SEXTA ESTACIÓN.-  
LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS.
Una mujer valiente, sin dejarse llevar por los respetos humanos, sale de entre la multitud para enjugar el rostro ensangrentado de Jesús. En esa mujer vemos la virtud de la piedad y de la delicadeza que los sacerdotes y las almas consagradas han de tener hacia el Señor y hacia sus cosas. ¡Almas piadosas y delicadas! Pedimos por los sacerdotes y consagrados que se esmeran en todo lo relativo a la celebración del oficio y de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía, para dar culto a Dios de la mejor manera posible  para que no se desanimen aunque su esfuerzo no sea valorado o incluso a veces sea ridiculizado o criticado.  V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Y al contemplar esta estación, reparamos al Señor por aquellos sacerdotes y consagrados que creen que pueden manipular la liturgia a su gusto y antojo; reparamos también por aquellos que no respetan las normas litúrgicas y celebrativas. Queremos también reparar por aquellos que consienten y callan ante los sacrilegios, profanaciones y blasfemias contra el Señor. R/. Kyrie, eleyson.

SÉPTIMA ESTACIÓN.-  
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.
Una nueva caída de Jesús en su ascenso al Calvario. ¡Qué frágil te has hecho, Jesús! En esta estación presentamos a los sacerdotes y consagrados que han llegado a la madurez para que a pesar de las dificultades y sufrimientos, a pesar también del propio pecado y fragilidad, sigan esforzándose en la búsqueda de la santidad fortaleciendo su unión con Jesús. Presentamos también al Señor a los sacerdotes y consagrados que se encuentran en crisis, que ha perdido el sentido de sus vidas y de su vocación, para que no sucumban ante la tentación del abandono por una vida más fácil y sin dificultades.  V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Queremos reparar también por aquellos sacerdotes y consagrados que de forma consciente rechazan la llamada de Dios a convertirse, por aquellos que se resisten a obedecer y que no admiten las correcciones y consejos de los superiores.  Reparamos también por aquellos que viven la vocación como una profesión civil y como un medio de vida más. R/. Kyrie, eleyson.

OCTAVA ESTACIÓN.-   
JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
“No lloréis por mí, llorad más bien por vosotros y por vuestros hijos” – le dice Jesús a aquellas mujeres. Los sacerdotes y consagrados están llamados a ser colaboradores particulares de Jesús en la redención de sus hermanos mediante su vida de oración y sacrificio; no solo han de ofrecerse por sí mismos y hacer penitencia por sus pecados, sino también han de hacerlo por sus hermanos. Presentamos al Señor a los sacerdotes y consagrados para que renueven cada día su conciencia de ser corredentores con Cristo y que descubran el valor sacrificial de sus vidas entregándose a la oración y  a la penitencia.  V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos por sacerdotes y consagrados que viven inmersos en la sociedad del consumo y del materialismo, por aquellos que buscan afanosamente la comodidad y la vida placentera, por aquellos que son inconscientes de la responsabilidad que tienen sobre las almas. R/. Kyrie, eleyson.


NOVENA ESTACIÓN.-  
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
En esta última caída de Jesús antes de llegar al Calvario, en la que nuevamente se levanta para cumplir la voluntad del Padre, presentamos al Señor a los sacerdotes y consagrados ancianos. Ellos acumulan años de entrega, de sacrificio y de perseverancia. Pedimos por ellos para que ahora en su ancianidad vean recompensados sus trabajos y como el anciano Simeón aguarden en oración el momento de la manifestación del Señor que vendrá a buscarlos para sentarlos en las bodas eternas. Pedimos también para que se sientan valorados por su Iglesia y sus comunidades, que nunca se sientan solos y abandonados, que nunca le venza la tentación de sentirse inútiles por verse incapacitados para el trabajo apostólico.  V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos también por aquellos sacerdotes y consagrados que llegados a la ancianidad han perdido la fe y la esperanza, se han enfriado en la caridad, han endurecido sus corazones al amor de Cristo. R/. Kyrie, eleyson.

DECIMA ESTACIÓN.-  
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.
Al contemplar a Jesús despojado de su túnica recordamos que la misma pureza se ha dejado desnudar para revestirnos a nosotros con el vestido de la gracia. Pedimos al Señor por los sacerdotes y consagrados para que su interior y también por su porte externo –cumpliendo la norma de la Iglesia respeto al traje eclesiástico y el hábito religioso- sean ejemplo de pureza, pudor y modestia, de desprendimiento y pobreza.  V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos por todos los sacerdotes y consagrados que con su forma de vestir buscan disimular su condición y privan al mundo del signo sensible de su consagración. Reparamos también por los pecados de impureza en los que puedan haber caído por descuido y debilidad. R/. Kyrie, eleyson.




UNDÉCIMA ESTACIÓN.-  
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ.
Al contemplar a Jesús que se dejó clavar por nosotros para mostrarnos su amor, para que conociésemos cuánto nos ama, presentamos a los sacerdotes y consagrados que postrados en sus camas e impedidos ofrecen su enfermedad junto con Cristo como ofrenda agradable por la salvación de los hombres. Pedimos por aquellos que tienen enfermedades terminales para que acepten los sufrimientos con espíritu de fe uniéndose a Cristo crucificado.  V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Ante Jesús clavado en la cruz por cumplir la voluntad del Padre, reparamos por aquellos sacerdotes y consagrados que ante la experiencia de dolor y sufrimiento se han revelado contra Dios, que no han sabido aceptar la cruz, que viven amargados y llenos de rencor. R/. Kyrie, eleyson.

DUODÉCIMA ESTACIÓN.-  
JESÚS MUERE EN LA CRUZ.
“Todo está cumplido” –dijo Jesús antes de expirar. Realizó hasta el fin la voluntad del Padre. Pedimos para que los sacerdotes y consagrados no tenga más motivación en su vida que hacer la voluntad de Dios a semejanza de Cristo Sacerdote y de la Virgen Corredentora. Presentamos al Señor también a todos los sacerdotes y consagrados que en países de misión ponen en peligro su salud y hasta la propia vida por el anuncio de la Evangelio.  V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Al contemplar la humildad del Hijo de Dios que se hizo obediente hasta la muerte, reparamos por los sacerdotes y consagrados que han abandonado su vocación por miedo a la cruz. También reparamos por  aquellos que han apostado de la fe o la han adulterado desfigurando el rostro de Cristo Crucificado. R/. Kyrie, eleyson.

DECIMO TERCERA ESTACIÓN.-  
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ.
Los brazos de María acogen el cuerpo sin vida del Hijo de Dios: un verdadero martirio para la Virgen María que nos engendró a la vida con dolor al pie de la cruz. Pedimos por los sacerdotes y consagrados para que vean en María a su Madre verdadera que los acompaña en sus caminos, que los consuela en sus soledades y abatimientos, que los fortalece en los momentos de dolor, que los mira con compasión y misericordia cuando pecan, que los lleva siempre a su Hijo. Pedimos por los sacerdotes y consagrados que moribundos se encuentran en la agonía para que sientan la paz de Dios que viene a buscarlos.    V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos los Corazones de Jesús y de María por aquellos sacerdotes y consagrados que –por una falsa concepción de la fe-  no aman y veneran a María como deberían, no propagan su culto, no infunden en los niños y en los jóvenes la piedad y la devoción hacia esta Madre Inmaculada, despreciando incluso sus imágenes y diferentes formas de devoción. Reparamos también por los sacerdotes, especialmente de los hospitales y de las residencias de mayores, que por respetos humanos y por miedo al rechazo no ofrecen el Sacramento de la Unción y el Santo Viático a los enfermos graves esperando a ser avisados. R/. Kyrie, eleyson.

DECIMO CUARTA ESTACIÓN.-
LA SEPULTURA DE JESÚS.
Al contemplar a Jesús puesto en el sepulcro presentamos al Señor a todos los sacerdotes y consagrados que silenciosamente, sin ruido ni artificios, sin propaganda hacen tanto bien a las almas para que el Señor los siga bendiciendo y protegiendo. Presentamos también a todos aquellos que han muerto para que el Señor los juzgue según su infinita misericordia y no se acuerde de los pecados de quienes le sirvieron en esta vida. Pedimos especialmente y que nuestra oración sirva de reparación por aquellos sacerdotes y consagrados que se encuentran en el purgatorio para que por la comunión de los santos puedan gozar pronto de la gloria de los santos.
V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre, Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparemos el Corazón de Jesús, llagado por aquellos sacerdotes y consagrados que murieron en pecado sin arrepentimiento ni contrición de sus pecados, y estarán por toda la eternidad alejados del Amor de Dios.   
R/. Kyrie, eleyson.

² Para ganar la indulgencia concedida al Viacrucis. Por el Santo Padre, su persona e intenciones.  

Padrenuestro, Avemaría y Gloria