VIA CRUCIS
POR LOS SACERDOTES Y CONSAGRADOS
Compuesto por los sacerdotes
de la Iglesia del Salvador de Toledo - España
OFRECIMIENTO
DE OBRAS
DEL
APOSTOLADO DE LA ORACIÓN
Ven,
Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de
Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con Él,
por la redención del mundo. Señor mío y
Dios mío Jesucristo: Por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu
Corazón, y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi
oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros
pecados y para que venga a nosotros tu Reino. Te pido en especial por el Papa y
sus intenciones, nuestro Obispo y sus intenciones y nuestro párroco y sus
intenciones.
PRIMERA
ESTACIÓN.
JESÚS
ES CONDENADO A MUERTE.
Al
contemplar a Cristo condenado injustamente, le presentamos a los sacerdotes y consagrados que por diversas
causas y en diferentes situaciones son perseguidos, calumniados, difamados por
causa del Evangelio, llegando incluso a la tortura y el martirio. En ellos se
cumplen las palabras del Maestro: “Dichosos vosotros cuando os insulten y os
persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y
contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo." Para ellos
pedimos, la fortaleza de ánimo para soportar con alegría los sufrimientos
morales y físicos. V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Al
contemplar a Cristo condenado a muerte, queremos también reparar por aquellos
sacerdotes y consagrados que son causa de escándalo y piedra de tropiezo,
también por aquellos sacerdotes y consagrados que se encuentran en manos de la
justicia civil por algún delito. Pedimos para ellos la conversión. R/. Kyrie, eleyson.
SEGUNDA
ESTACIÓN.-
JESÚS
CARGA CON LA CRUZ.
Comienza
el ascenso al Calvario, monte de salvación, y cargan a Cristo con la cruz,
instrumento cruel de tortura, pero que se ha convertido en instrumento de amor.
En este comienzo del ascenso, presentamos al Señor a los sacerdotes más jóvenes y aquellos
consagrados que han hecho su profesión recientemente. Se han terminado las
mieles del noviazgo (noviciado) y comienza el áspero camino de la entrega
diaria y el cumplimiento de las obligaciones de su estado y ministerio. Para
ellos pedimos la perseverancia y la valentía para la donación de sí mismos,
teniendo presentes las palabras del Maestro: “Si alguno quiere venir en pos de
mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.” V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Y
al ver a Cristo cargado con la cruz, queremos reparar por tantos sacerdotes y
consagrados que llevados por el cansancio, el desánimo, la pereza y desidia
dejan de cumplir las obligaciones que adquirieron el día de su ordenación y de
su consagración, así como las de su ministerio y vida apostólica. R/.
Kyrie, eleyson.
TERCERA
ESTACIÓN.-
JESÚS
CAE POR PRIMERA VEZ.
Estremece
contemplar a todo un Dios totalmente agotado y extenuado a ras de suelo por el
peso de la cruz. Solo hay una explicación: Amor. La vocación del sacerdote y
del consagrado es cuestión de amor, un amor que se realiza en la fidelidad y
entrega diaria a Aquel a quién se ama. Amor que solo busca el bien del Amado.
¡Sacerdotes y consagrados enamorados del Señor! Pedimos para que nunca su amor
se apague, que cada día crezca y aumente más, que aquellos que se han enfriado
vuelvan al amor primero que los cautivó. Recordando siempre que “el amor
consiste no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a
nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.” V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Y
contemplando el amor del Señor manifestado en su Pasión, reparemos por aquellos
sacerdotes y consagrados que ya no aman, que se han olvidado del sentido de sus
vidas, que se conforman con la mediocridad de un vida sin amor. Reparemos
también por aquellos que no aspiran a la santidad, que viven abandonados en el
pecado, que no frecuentan la confesión. R/. Kyrie, eleyson.
CUARTA
ESTACIÓN.-
JESÚS
ENCUENTRA A SU SANTÍSIMA MADRE.
Jesús
y María: el Corazón del Hijo y el Corazón de la Madre. Dos corazones que se
palpitan al mismo ritmo, que aman y buscan lo mismo, dos corazones con los
mismos sentimientos, con los mismos intereses, dos corazones que se entregan e
inmolan. Presentamos al Señor a los
sacerdotes y consagrados: para que sus corazones sean semejantes al de Jesús y
al de María. Pedimos también por aquellos que sienten la orfandad al haber
perdido a sus seres queridos, particularmente a sus padres, para que la verdad
de la resurrección los conforte, recordando las palabras del Maestro: “Todo el
que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras
por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos
a los Sagrados Corazones por aquellos sacerdotes y consagrados que viven
apegados y dominados por los afectos humanos. Queremos reparar también por
aquellos que por falta de confianza en las palabras del Señor y por las
renuncias que implican se resisten a seguir la llamada al sacerdocio o la vida
consagrada. R/. Kyrie, eleyson.
QUINTA
ESTACIÓN.-
EL
CIRINEO AYUDA A LLEVAR LA CRUZ.
La
cruz se hace pesada para el mismo Jesús. Un hombre es obligado por la tropa a
ayudarle, pero ¡cuál no sería su dicha! Recordando las palabras del Maestro:
“Lo que hagáis a uno de estos mis humildes hermanos, a mí me lo hacéis”,
pedimos por los sacerdotes y especialmente por tantas almas consagradas que
dedican sus vidas a la obras de misericordia espirituales y corporales en
colegios, centros de atención, hospitales, asilos, residencias de forma asociada o individual y de muchas
otras formas… Pedimos también por los sacerdotes que se encuentran en
dificultades tanto físicas como espirituales, para que encuentren siempre ayuda
por parte de sus superiores, de sus confesores y directores espirituales, así
como de sus comunidades y parroquias. V/.
Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos
por aquellos sacerdotes y consagrados que cegados por el egoísmo y la comodidad
se hacen indolentes ante el dolor ajeno y cierran sus corazones ante las
necesidades de sus hermanos. R/. Kyrie,
eleyson.
SEXTA
ESTACIÓN.-
LA
VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS.
Una
mujer valiente, sin dejarse llevar por los respetos humanos, sale de entre la
multitud para enjugar el rostro ensangrentado de Jesús. En esa mujer vemos la
virtud de la piedad y de la delicadeza que los sacerdotes y las almas
consagradas han de tener hacia el Señor y hacia sus cosas. ¡Almas piadosas y
delicadas! Pedimos por los sacerdotes y consagrados que se esmeran en todo lo
relativo a la celebración del oficio y de los sacramentos, especialmente de la
Eucaristía, para dar culto a Dios de la mejor manera posible para que no se desanimen aunque su esfuerzo no
sea valorado o incluso a veces sea ridiculizado o criticado. V/.
Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Y
al contemplar esta estación, reparamos al Señor por aquellos sacerdotes y
consagrados que creen que pueden manipular la liturgia a su gusto y antojo;
reparamos también por aquellos que no respetan las normas litúrgicas y
celebrativas. Queremos también reparar por aquellos que consienten y callan
ante los sacrilegios, profanaciones y blasfemias contra el Señor. R/. Kyrie, eleyson.
SÉPTIMA
ESTACIÓN.-
JESÚS
CAE POR SEGUNDA VEZ.
Una
nueva caída de Jesús en su ascenso al Calvario. ¡Qué frágil te has hecho,
Jesús! En esta estación presentamos a los sacerdotes y consagrados que han
llegado a la madurez para que a pesar de las dificultades y sufrimientos, a
pesar también del propio pecado y fragilidad, sigan esforzándose en la búsqueda
de la santidad fortaleciendo su unión con Jesús. Presentamos también al Señor a
los sacerdotes y consagrados que se encuentran en crisis, que ha perdido el
sentido de sus vidas y de su vocación, para que no sucumban ante la tentación
del abandono por una vida más fácil y sin dificultades. V/.
Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Queremos
reparar también por aquellos sacerdotes y consagrados que de forma consciente
rechazan la llamada de Dios a convertirse, por aquellos que se resisten a
obedecer y que no admiten las correcciones y consejos de los superiores. Reparamos también por aquellos que viven la
vocación como una profesión civil y como un medio de vida más. R/. Kyrie, eleyson.
OCTAVA
ESTACIÓN.-
JESÚS
CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
“No
lloréis por mí, llorad más bien por vosotros y por vuestros hijos” – le dice
Jesús a aquellas mujeres. Los sacerdotes y consagrados están llamados a ser
colaboradores particulares de Jesús en la redención de sus hermanos mediante su
vida de oración y sacrificio; no solo han de ofrecerse por sí mismos y hacer
penitencia por sus pecados, sino también han de hacerlo por sus hermanos.
Presentamos al Señor a los sacerdotes y consagrados para que renueven cada día
su conciencia de ser corredentores con Cristo y que descubran el valor
sacrificial de sus vidas entregándose a la oración y a la penitencia. V/.
Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos
por sacerdotes y consagrados que viven inmersos en la sociedad del consumo y
del materialismo, por aquellos que buscan afanosamente la comodidad y la vida
placentera, por aquellos que son inconscientes de la responsabilidad que tienen
sobre las almas. R/. Kyrie, eleyson.
NOVENA
ESTACIÓN.-
JESÚS
CAE POR TERCERA VEZ
En
esta última caída de Jesús antes de llegar al Calvario, en la que nuevamente se
levanta para cumplir la voluntad del Padre, presentamos al Señor a los sacerdotes
y consagrados ancianos. Ellos acumulan años de entrega, de sacrificio y de
perseverancia. Pedimos por ellos para que ahora en su ancianidad vean
recompensados sus trabajos y como el anciano Simeón aguarden en oración el
momento de la manifestación del Señor que vendrá a buscarlos para sentarlos en
las bodas eternas. Pedimos también para que se sientan valorados por su Iglesia
y sus comunidades, que nunca se sientan solos y abandonados, que nunca le venza
la tentación de sentirse inútiles por verse incapacitados para el trabajo apostólico.
V/.
Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos
también por aquellos sacerdotes y consagrados que llegados a la ancianidad han
perdido la fe y la esperanza, se han enfriado en la caridad, han endurecido sus
corazones al amor de Cristo. R/. Kyrie,
eleyson.
DECIMA
ESTACIÓN.-
JESÚS
ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.
Al
contemplar a Jesús despojado de su túnica recordamos que la misma pureza se ha
dejado desnudar para revestirnos a nosotros con el vestido de la gracia.
Pedimos al Señor por los sacerdotes y consagrados para que su interior y
también por su porte externo –cumpliendo la norma de la Iglesia respeto al
traje eclesiástico y el hábito religioso- sean ejemplo de pureza, pudor y
modestia, de desprendimiento y pobreza. V/. Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos
por todos los sacerdotes y consagrados que con su forma de vestir buscan
disimular su condición y privan al mundo del signo sensible de su consagración.
Reparamos también por los pecados de impureza en los que puedan haber caído por
descuido y debilidad. R/. Kyrie,
eleyson.
UNDÉCIMA
ESTACIÓN.-
JESÚS
ES CLAVADO EN LA CRUZ.
Al
contemplar a Jesús que se dejó clavar por nosotros para mostrarnos su amor,
para que conociésemos cuánto nos ama, presentamos a los sacerdotes y
consagrados que postrados en sus camas e impedidos ofrecen su enfermedad junto
con Cristo como ofrenda agradable por la salvación de los hombres. Pedimos por
aquellos que tienen enfermedades terminales para que acepten los sufrimientos
con espíritu de fe uniéndose a Cristo crucificado. V/.
Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Ante
Jesús clavado en la cruz por cumplir la voluntad del Padre, reparamos por
aquellos sacerdotes y consagrados que ante la experiencia de dolor y
sufrimiento se han revelado contra Dios, que no han sabido aceptar la cruz, que
viven amargados y llenos de rencor. R/.
Kyrie, eleyson.
DUODÉCIMA
ESTACIÓN.-
JESÚS
MUERE EN LA CRUZ.
“Todo
está cumplido” –dijo Jesús antes de expirar. Realizó hasta el fin la voluntad
del Padre. Pedimos para que los sacerdotes y consagrados no tenga más
motivación en su vida que hacer la voluntad de Dios a semejanza de Cristo
Sacerdote y de la Virgen Corredentora. Presentamos al Señor también a todos los
sacerdotes y consagrados que en países de misión ponen en peligro su salud y
hasta la propia vida por el anuncio de la Evangelio. V/.
Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Al
contemplar la humildad del Hijo de Dios que se hizo obediente hasta la muerte,
reparamos por los sacerdotes y consagrados que han abandonado su vocación por
miedo a la cruz. También reparamos por
aquellos que han apostado de la fe o la han adulterado desfigurando el
rostro de Cristo Crucificado. R/. Kyrie,
eleyson.
DECIMO
TERCERA ESTACIÓN.-
JESÚS
ES BAJADO DE LA CRUZ.
Los
brazos de María acogen el cuerpo sin vida del Hijo de Dios: un verdadero
martirio para la Virgen María que nos engendró a la vida con dolor al pie de la
cruz. Pedimos por los sacerdotes y consagrados para que vean en María a su
Madre verdadera que los acompaña en sus caminos, que los consuela en sus
soledades y abatimientos, que los fortalece en los momentos de dolor, que los
mira con compasión y misericordia cuando pecan, que los lleva siempre a su Hijo.
Pedimos por los sacerdotes y consagrados que moribundos se encuentran en la
agonía para que sientan la paz de Dios que viene a buscarlos. V/.
Unidos a la oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparamos
los Corazones de Jesús y de María por aquellos sacerdotes y consagrados que
–por una falsa concepción de la fe- no
aman y veneran a María como deberían, no propagan su culto, no infunden en los
niños y en los jóvenes la piedad y la devoción hacia esta Madre Inmaculada,
despreciando incluso sus imágenes y diferentes formas de devoción. Reparamos
también por los sacerdotes, especialmente de los hospitales y de las
residencias de mayores, que por respetos humanos y por miedo al rechazo no
ofrecen el Sacramento de la Unción y el Santo Viático a los enfermos graves
esperando a ser avisados. R/. Kyrie,
eleyson.
DECIMO
CUARTA ESTACIÓN.-
LA
SEPULTURA DE JESÚS.
Al
contemplar a Jesús puesto en el sepulcro presentamos al Señor a todos los
sacerdotes y consagrados que silenciosamente, sin ruido ni artificios, sin
propaganda hacen tanto bien a las almas para que el Señor los siga bendiciendo
y protegiendo. Presentamos también a todos aquellos que han muerto para que el
Señor los juzgue según su infinita misericordia y no se acuerde de los pecados
de quienes le sirvieron en esta vida. Pedimos especialmente y que nuestra
oración sirva de reparación por aquellos sacerdotes y consagrados que se
encuentran en el purgatorio para que por la comunión de los santos puedan gozar
pronto de la gloria de los santos.
V/. Unidos a la
oración de Jesús, pedimos:
R/. Padre,
Padre, hazlos santos en la verdad. Tu palabra es la verdad.
Reparemos
el Corazón de Jesús, llagado por aquellos sacerdotes y consagrados que murieron
en pecado sin arrepentimiento ni contrición de sus pecados, y estarán por toda
la eternidad alejados del Amor de Dios.
R/. Kyrie,
eleyson.
² Para ganar la
indulgencia concedida al Viacrucis. Por el Santo Padre, su persona e
intenciones.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria