Tú has dado tu vida por los hombres porque los amas, y toda tu vida te has preocupado de que todos sean felices: bendecías a los niños, escuchabas a los que necesitaban compañía, atendías a los enfermos, enseñabas el camino al cielo con tus palabras, ayudabas a los necesitados.
Te pido por Don N. (nombre), mi párroco, el cura de mi parroquia. Él dice que quiere ser como tú, que un sacerdote es el reflejo de tu amor en este mundo. Haz que él también se preocupe por todos nosotros como un padre, que especialmente cuide de los que más lo necesitan. Que siga siendo paciente con los más jóvenes, bondadoso con los ancianos, alegre con los niños; que nunca se canse de hacerte presente en medio de todos al celebrar la Santa Misa.
Él vive contigo porque eres su mejor amigo, por eso, que cuando nos hable en tu nombre, su palabra nos ayude a conocerte mejor, a tí y tu evangelio; que cuando perdona nuestro pecados sus ojos sigan brillando de cariño, que cuando nos consuela en los momentos difíciles, su presencia sea el consuelo que más necesitamos.
Cuida a tu sacerdote, Jesús, que sea el amor de tu Corazón. Amén.
Revista Mesaret nº90