lunes, 7 de septiembre de 2009

Carta de la Hermana Lucía a su primo sacerdote


La Hermana Lucia, única de los tres niños testigos de las apariciones de Fátima que vivió por más tiempo, escribió en 1971 una carta a su sobrino, el Padre José Valinho, un sacerdote salesiano. Este sacerdote salesiano mostró esta carta a la Hermana Isabel Cabral del Monasterio de Santa Clara de Andover, Massachusetts. La carta fue traducida al Inglés, al Francés y ahora al Español. El Padre Valinho ha verificado la autenticidad de estas traducciones y ha aprobrado su publicación. El 13 de julio de 1979, el Padre José Valinho expresó su gozo por la continuada difusión de la carta de su tía.


CARTA DE LA HERMANA LUCIA DOS SANTOS
A UN SACERDOTE
(Traducción aprobada con licencia eclesiástica)

Coimbra, Portugal, 13 de abril de 1971

Pax Christi

Querido Padre Valinho:

Veo en su carta lo preocupado que se encuentra por la desorientación de los tiempos actuales. Es una verdadera lástima que tantos se dejen dominar por la ola diabólica que envuelve al mundo, y tan ciegos están que no ven el error. Pues el principal error es que abandonaron la oración, partándose de Dios, y sin Dios adolecen de todo, porque 'sin mí nada podeis' (Juan 15,5)
Así pues, lo que más le recomiendo es que se acerque al Sagrario a orar. Allí encontrará luz, la fuerza y la gracia que necesita para mantenerse firme y comunicarlas a los demás. Guíe a aquellos bajo su cuidado con humildad, con suavidad y, al mismo tiempo, con firmeza; porque, sobre todo los superiores, tienen el deber de mantener la verdad en su lugar, con serenidad, con justicia y con caridad.
Para esto es preciso orar cada vez más, acercarse a Dios, tratar con Dios todos los asuntos, antes de tratarlos con las criaturas. Siga este camino y verá cómo ante el Sagrario encontrará más ciencia, más luz, más fuerza, más gracia y más virtud que nunca podrá encontrar en los libros, en los estudios ni junto a criatura alguna. No dé nunca por perdido el tiempo dedicado a la oración, y verá cómo Dios le comunica la luz, la fuerza y la gracia que necesita para hacer todo lo que El quiere de usted.
Y esto es lo que importa: hacer la voluntad de Dios, estar donde El quiere que estemos y hacer lo que nos pida. Pero siempre con espíritu de humildad, seguros de que por nosotros mismos nada somos, y que es el mismo Dios quien trabaja en nosotros y a través de nosotros para realizar Su obra.
Para eso, necesitamos todos intensificar nuestra vida íntima de unión con Dios, y ésto solo se consigue por medio de la oración. Que nos falte tiempo para todo, menos para la oración, y verá como luego en menos tiempo hará más!
Todos nosotros, pero especialmente un Superior, sin oración, o que habitualmente sacrifica la oración por las cosas materiales, es como una caña hueca y resquebrajada que sólo sirve para batir claras de huevo, levantando castillos de espuma que, sin azúcar que los sostengan, enseguida se deshacen convirtiéndose en agua podrida. Por eso dijo Jesucristo: 'Vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor ya no sirve sino para tirarla'.
Y, como esta fuerza solo de Dios podemos recibirla, necesitamos acercarnos a El, para que El nos la comunique; y este acercamiento solo se realiza por medio de la oración, que es donde el alma se encuentra directamente con Dios. Recomiende esto a todos sus hermanos y que experimenten.
Después me dirá si estoy en la razón. Estoy convencida de que la falta de oración es el peor mal del mundo actual y la causa de la defección de tantas almas consagradas: se apartaron de Dios, y sin Dios resbalamos y caemos. Astuto es el demonio para saber cuál es el lado flaco y por dónde ha de atacarnos. Si no estamos atentos y no nos prevenimos con la fuerza de Dios, ucumbiremos; porque los tiempos están muy malos y nosotros somos muy débiles; sólo la fuerza de Dios puede mantenernos firmes.
Tómelo todo con calma, confiando siempre en Dios, y El hará todo lo que nosotros no podemos y proveerá en nuestra insuficiencia siempre en gran unión de oraciones y sacrificios junto al Señor.
Hermana Lucía dos Santos I.C.D.
Carta editada por las Clarisas