lunes, 8 de junio de 2009

ORACIÓN DEL SACERDOTE AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS PARA ADQUIRIR UN CORAZÓN SEMEJANTE AL SUYO


Dame, Señor, un corazón pobre semejante al tuyo. Tú ha sido despojado de todo. Naciste pobre en la cueva de Belén, viviste más pobre sin tener donde reclinar la cabeza, y moriste pobrísimo en la cruz, despojado incluso de tus vestiduras. Y solamente una actitud brotaba de tu corazón: la obediencia y el amor al Padre. Dame, Señor, un corazón que se reconozca un mendigo ante Dios. Un corazón que se reconozca miserable y necesitado de tu amor. Sólo así podré poseer el reino de los cielos, cuando ninguno de los bienes de esta tierra me interesen, cuando sólo importes tú. R/. Oh Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.
Dame, Señor, un corazón manso semejante al tuyo. Tú eres Jesús, manso y humilde de corazón. En tu vida, Jesús, has sido manso de corazón. Una mansedumbre que no era fruto de debilidad o de cobardía, sino fruto de la unión con Dios. Soportaste las acusaciones injustas y no te defendiste. Fuiste víctima de gente violenta y no huiste. Insultado, ultrajado y despreciado, pero de ti no salió una palabra de rechazo, de odio, de condenación. Haz mi corazón manso como el tuyo que sepa soportar, aguantar, renunciar, perdonar. Sólo así podré poseer la tierra, la herencia que nos tienes prometida. Hazme pacífico, que sea amante de la concordia, del diálogo, de la tranquilidad. Que no haga la guerra, que no busque el conflicto, que siempre sea una persona de paz. Así seré llamado hijo de Dios. Oh Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.
Dame, Señor, un corazón que sepa llorar. Un corazón que sabe llorar es un corazón capaz de compasión, de dolerse por las desdichas ajenas. ¿Cuántas veces has llorado Jesús? ¿Cuántas veces te has dolido por la enfermedad de los otros, por la muerte, por la cerrazón a tu mensaje? Haz que mi corazón sea compasivo, un corazón misericordioso. Que sepa dolerse y compadecerse de los otros, incluso de aquellos que nada tienen que ver conmigo o que me quieren mal. Enséñame a perdonar, a no llevar cuenta del mal que me hacen. Sólo así podré ser consolado con tu amor, con tus caricias, con tu paz. Sólo así podré hallar misericordia ante ti. Oh Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.
Dame, Señor, un corazón hambriento y sediento de justicia. Tú eres el Dios justo, pero una justicia que va siempre en beneficio de los más débiles y oprimidos. Tú, Jesús, has sido el justo, el que sin cometer pecado cargaste con la culpa de la humanidad. Tú, Jesús, fuiste sediento de justicia, no para ti, sino para aquellos que la injusticia humana había condenado a la desdicha y a la muerte: los pecadores, los leprosos, los niños… Hazme sediento de justicia. Que mi corazón tenga sed de ti, de tu justicia. Que me comprometa en la defensa de los injustamente apartados de la sociedad: ancianos, enfermos, niños indefensos, pobres, marginados… Sólo así podré ser saciado ante las injusticias que se sufro yo. Oh Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.
Dame, Señor, un corazón limpio. Un corazón cálido, sencillo, puro. Un corazón que sea espejo de tu corazón, Jesús. Dame un corazón libre de manchas e impurezas, de hipocresía, de engaño, de malas intenciones, de lujuria, de deshonestidad, de maledicencia... Purifica mi corazón que como una fuente interior de agua cristalina riegue todas mis acciones, mis palabras, mis pensamientos. Solo con el corazón limpio, purificado de toda suciedad, podré verte cara a cara. Oh Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.