martes, 13 de octubre de 2009

Beato Marcelo Spinola: El sacerdote y la ciencia (VIII)

Los labios del Sacerdote han de guardar la ciencia; de ellos ha de brotar la sabiduría y con ésta ha de ser la luz del mundo, así como con sus virtudes la sal de la tierra.
El Sacerdote es Maestro, debe enseñar:

1.°, las verdades de la fe;
2.°, el camino del cielo;
3.°, la senda de la santidad,
y es evidente que no puede enseñar el que no sabe.
Esta doctrina es aplicable a las edades todas de la Iglesia, por eso la ciencia del Sacerdote preocupó a ésta desde el principio.
Todo el que tiene un cargo está en la obligación de hacer cuanto para el buen desempeño de él sea necesario; ésta es doctrina corriente. De otra suerte será justiciable ante el tribunal de Dios y ante el tribunal de sus hermanos; el soldado, el magistrado, el funcionario público, cualquiera que sea su clase, experimentan muy en breve las consecuencias de su falta.
El Sacerdote tiene un cargo, es gravísimo; en cambio de él recibe favores y ventajas. Deber es del que lo desempeña poner en práctica todo lo necesario para ejer­cerlo bien y fielmente. De otra suerte, será responsable ante Dios, de quien procede, y ante la Iglesia, por cuyas manos lo reciben. Hagamos aplicación. Sin saber, no puede el Sacerdote cumplir su misión, sin estudiar no puede saber, luego no está en buena concien­cia quien no estudia todos los días.

Nuestro agradecimiento al Rvdo. D. Ignacio Gillén