Señor
Jesucristo, Sumo y eterno Sacerdote:
A
vista de tantos Seminarios y Noviciados sin vocaciones, y de tantos pueblos sin
sacerdotes ni apóstoles, movido nuestro corazón de la pena que arrancó del tuyo
aquel angustioso lamento: la mies es mucha y los operarios pocos, obedientes a
tu mandato de pedir por éstos, te suplicamos: (Respondemos: Envía operarios a tu mies, Señor)
Para
que no falte quien lleve los niños a ti.
Para
que vean los ciegos del alma y oigan los sordos, y resuciten los muertos y se
evangelicen los pobres.
Para
que los oprimidos del diablo sean libertados, y los justos se justifiquen más y
los santos más se santifiquen.
Para
que no deje de haber en cada pueblo quien diga a sus moradores: he ahí
vuestra Madre, mostrando a la tuya.
Para
que todos los que sufren vayan a ti y, descansado sobre tu pecho,
encuentren la paz.
Para
que en todo lugar se ofrezca a tu nombre la limpia oblación de la Hostia pura,
santa e inmaculada.
Para
que diariamente se realice tu gran deseo de que tus discípulos coman tu
Pascua y la casa de tu festín esté siempre llena.
Para
que no quede un solo pueblo sin sagrario y sin sacerdote que lleve sus vecinos
a él.
Para
que tu nombre sea santificado, venga a nosotros tu reino eucarístico y por
todos los hombres en la tierra se cumpla tu voluntad como por los ángeles en el
cielo.
Señor,
que la mies es mucha y los operarios muy pocos.
R. Envíanos santos sacerdotes y religiosos,
según tu Corazón.
María
Inmaculada, Madre y Reina de los consagrados a Dios.
R. Di a tu Hijo con la misma eficacia que en
las bodas de Caná: Mis hijos de la tierra no tienen sacerdotes ni religiosos.
Ángeles de
la guarda de los niños y de sus padres, san José, patrón de la Iglesia
Universal.
R. Pedid y trabajad por el fomento de
vocaciones sacerdotales y religiosas.