miércoles, 25 de noviembre de 2015

REFLEXIÓN DEL SACERDOTE ANTE JESÚS MAESTRO. Beato Santiago Alberione


REFLEXIÓN DEL SACERDOTE ANTE JESÚS MAESTRO. 
Beato Santiago Alberione

Tu misericordia es infinita: nunca podré entenderla del todo. Más quiero adorarla que escrutarla. ¿Cómo así has elegido para ser sacerdote, hombre de Dios, a un ser tan mezquino, tan gran pecador, de quien preveías que te habría traicionado en tus expectativas?... ¡Todo fue sólo misericordia tuya! ¡Soy un milagro de Dios! Infinitas misericordias tuyas me han llevado al sacerdocio: «Por favor de Dios soy lo que soy» [1Cor 15,10].3 La ordenación transformó a los Doce; la ordenación me hizo un ser nuevo, Dios en la tierra. Me he ensimismado con Cristo: sus intereses son los míos; sus intenciones las mías; hablo con sus palabras; mi doctrina es la suya; mi vida es la de Cristo; yo realizo las obras de Cristo; o mejor, es Cristo quien las realiza por mí: «Pedro bautiza, es Cristo quien bautiza ... Judas bautiza, es Cristo quien bautiza». Estoy obligado a Dios: debo vivir según Jesucristo. Debo ocuparme sólo de lo que concierne a su honor: «¿No sabíais que yo tengo que estar en lo que es de mi Padre?» [Lc 2,49]. Perdóname tanta indignidad, el despilfarro de gracias y de tiempo.