lunes, 23 de noviembre de 2009

Mons. Renzo Fatrini, nuncio en España: "lo pastoral es la expresión de un ser"


Esta Asamblea reflexionará entorno al ministerio de los presbíteros. La oportunidad viene de la mano por haber sido declarado este tiempo Año Sacerdotal. Con ello el Santo Padre pretende hacer consciente al sacerdote, como él dice en su carta para la convocatoria de este Año, publicada el mes de junio pasado, de que “el renovar cada día las palabras y los gestos de Cristo a los fieles cristianos y al mundo entero, conlleva en si el identificarse con sus pensamientos, deseos y sentimientos, así como con su estilo de vida”.
Como orienta el Magisterio de la Iglesia, el método pastoral, no tiene nada que ver con un funcionalismo. Lo “pastoral” es la expresión de un ser, de una identidad peculiar sacramental.
El Siervo de Dios Juan Pablo II, en la Exhortación Apostólica “Pastores dabo vobis” afirma que la identidad del presbítero "se halla en un vínculo ontológico específico que une al sacerdote con Cristo, Sumo Sacerdote y Buen Pastor".
Ahí hay que poner los ojos. La acción pastoral es un oficio de amor, expresión de una intensa vida espiritual, vivida en intimidad con Cristo, en la que el sacerdote es siempre sacerdote y en la que, propiamente, puede decirse así, no hay horarios.
Contamos con que los sacerdotes son los que de forma directa están en primera línea, en contacto inmediato con los fieles. Necesitan por ello de la cercanía del Obispo, sentir el impulso de su ánimo en una misión tanto más delicada cuanto que el mundo no puede apreciar, muchas veces, su sacrificada entrega. El Obispo por eso debe dedicarse, “con amor especial”, sobre todo a sus sacerdotes, procurar su imprescindible formación permanente, y atender en particular a los que pasan por problemas que no dejan de repercutir seriamente en su ministerio.
A su vez todos los sacerdotes deben apreciar en su obispo al padre, al hermano, al amigo como quiso el último Concilio. Todo esto no podrá sino revertir en el bien de la Iglesia en conjunto y también, sin duda, en la percepción de la llamada por parte de muchos jóvenes corazones que desearán ejercer el sagrado ministerio como expresión de total amor a Cristo.
Extracto del discurso dirigido a la Conferencia Episcopal
con ocasión de la Asamblea Plenaria