domingo, 9 de agosto de 2009

Pensamientos sobre la pureza


I
La pureza viene del cielo; hay que pedírsela a Dios. Si la pedimos, la obtendremos. ¡No hay nda más bello que un alma pura! Si lo entendiésemos, no podríamos perder la pureza. El alma pura está desprendida de la materia, de las cosas de la tierra y de ella misma.
Hay que tener cuidado de la pérdida. Hay que cerrar nuestro corazón al orgullo, a la sensualidad y a todas las pasiones, como cuando se cierran las puertas y las ventanas y nadie puede entrar.
II
Qué alegría para el ángel de la guarda encargado de conducir un alma pura. ¡Hijos míos, cuando un alma es pura, todo el cielo la mira con amor!
Las almas puras formarán el círculo alrededor de nuestro Señor. Cuánto más puros hayamos sido sobre la tierra, más cerca estaremos de él en el cielo.
III
Hijos, no podemos comprender el poder que un alma limpia tiene sobre el Buen Dios: ella obtiene de él todo lo que quiere. Un alma pura está junto a Dios como un niño junto a su madre: la acaricia, la abraza, y su madre le devuelve sus caricais y sus abrazos.
Para conservar la pureza hay tres cosas: la presencia de Dios, la oración y los sacramentos.
IV
Quien ha conservado la inocencia del Bautismo es como un niño que nunca ha desobedecido.
Cuando se ha conservado la inocencia, nos sentimos levados por el amor de Dios, como el águila es portad por sus alas.
Un cristiano que tiene la pureza del alma está en la tierra como un pájaro atado con un hilo. ¡Pobre pajarito! Sólo espera el momento de cortar el hilo y volar.
V
Un alma pura es como una bella perla. Mientras está escondida en una concha, en el fondo del mar, nadie piensa admirarla. Pero si la mostráis al sol, brilla y atrae las miradas. Así sucede con el alma pura, que está escondida a los ojos del mundo, pero que un día brillará ante los ángelesm al sol de la eternidad.
VI
Los que han perdido la pureza son como un sábana empapada en aceite: lávala, sécala, la macha vuelve siempre; hace falta un milagro para limpiar el alma impura.
Hemos sido creados para ir un día a reinar en el cielo, y si tenemos la desgracia de cometer este pecado, nos convertmos en la guarida de los demonios. Nuestro Señor dijo que nada impuro entrará en su reino.
VII
El Espíritu Santo reposa en las almas justas, como la paloma en su nido. El Espíritu Santo incuba los buenos deseos en un alma pura, como la paloma incuba a sus pequeños.
El Espíritu Santo nos conduce como una madre conduce a su hijo de dos alos de la mano, como una persona conduce a un ciego.
El Espíritu Santo reposa en un alma pura como sobre una cama de rosas.
De un alma donde reside el Espíritu Santo, sale un buen olor: como el de la vid cuando está en flor.
Como una bella paloma blanca, que sale del medio de las aguas y viene a sacudir sus alas en la tierra, el Espíritu Santo sale del oceano infinito de las perfecciones divinas y viene a batir las alas sobre las almas puras, para destilar en ellas el bálsamo del amor.
VIII
Si entendiésemos bien qué cosa significa ser hijos de Dios, no podríamos hacer el mal... Ser hijos de Dios, ¡oh, qué gran dignidad!
No puede entenderse el poder que un alma pura tiene sobre el buen Dios. No es ella la que hace la voluntad de Dios, sino Dios el que la hace suya.
Fuente: Manglano, J.P. Orar con el cura de Ars. DDB