sábado, 2 de enero de 2010

Beato Marcelo Spinola: Progresar en la santidad (XVI)


Hay una tendencia en el hombre, a la que no puede escapar nadie, la del progreso. Suspiramos por él; el niño anhela ser hombre; el que comienza una carrera, llegar a su término; el que emprende la fábrica de un edificio, acabarlo; el que se lanza a una expedición militar, obtener victoria. El progreso se da en el orden espiritual. [...].
La santidad sacerdotal no es de otra condición; caben momentos, retrocesos, candor, fervor, cuidado y esmero en las obras en los primeros días del sacerdocio; escasa duración de este estado; la situación de la mayoría en orden a la perfección: me basta lo que tengo; inmovilidad.
Este estado es contrario a las exigencias de la naturaleza, se opone a lo que el cristianismo inspira a sus seguidores. El cristiano no es estatua, sino ser viviente; está en contradicción con lo que de­manda nuestro sacerdocio. Cristo fue delante de los suyos en todo lo que pedía: pobreza, desprecio de las honras, trabajos del celo, sacrificios; nuestra vocación, santificación de los pueblos. Debemos ir delante de ellos. [...]
El Sacerdote debe, no diremos hacer siempre lo perfecto, aspirar.. Teresa de Jesús y su voto de perfección; nos­otros no tanto, pero poner la puntería muy alto, para que nos quede­mos a lo menos en lo justo.
¿Qué hacer para que la aspiración sea un hecho y si no nos lleva al heroísmo nos lleve a lo grande? Esfuerzos generosos; en estos esfuerzos si han de ser coronados con éxito entran tres elementos principales: valor, fortaleza y constancia.
Nuestro agradecimiento al Rvdo. D. Ignacio Gillén