lunes, 21 de septiembre de 2009

Oración del sacerdote a San Mateo, apóstol y evangelista

Oh glorioso san Mateo, “don de Dios”,
apóstol y evangelista, elegido por Jesús.
Cuando estabas sentado cobrando impuestos
escuchaste la llamada del Señor: Sígueme.
Prontamente, te levantaste,
lo dejaste todo, y lo seguiste.
A pesar de ser para los de tu pueblo,
un ladrón, injusto, y adúltero;
el Señor puso los ojos en ti
y tú te dejaste seducir por él.
El Señor puso lo ojos en ti,
porque no he venido a llamar a justos,
sino a pecadores.
Y encontrándote aparentemente
más lejos de la santidad
te has convertido para todos los hombres
en un modelo de acogida de la misericordia de Dios.
Tal grande fuel el “Don de Dios” en tu vida,
que abadonando tu oficio, injusto e inmoral,
seguiste a Jesús, tu única riqueza,
tu única seguridad.
Gracias San Mateo
por haber recogido las palabras de Jesús
y haberlas dejado a la Iglesia
para que en cada momento de la historia
la voz de Jesús resuene en los corazones
que estén dispuestos a recibirlo,
para que los enfermos encuentren curación
y los pecadores misericordia.
Te pido en este día de tu fiesta,
que me ayudes a ser sacerdote
según los deseos del Señor:
que me convierta cada día de mis pecados,
que me desapegue del dinero,
que siga con prontitud
las inspiraciones del Espíritu Santo,
que proclame la Buena Nueva del Evangelio
al mundo entero,
que medite la palabra de Dios cada día,
que tenga el santo deseo
de llevar el Evangelio a todos,
especialmente a los que están más necesitados
y alejados de Dios.
Te pido, San Mateo,
que como sacerdote reconozca
la gran misericordia del Señor para conmigo
y que no me canse de administrar
el sacramento del perdón
para que muchas almas
puedan tener la misma experiencia que tú
al encontrarte con Jesús misericordioso.
Glorioso Apóstol San Mateo,
ruega por mí y por todos los sacerdotes del mundo.
Amén.