viernes, 31 de julio de 2009

Oraciones a la Virgen por y de los sacerdotes

I
Madre de Cristo,
Sumo y Eterno Sacerdote,
fuente de reconciliación para el mundo,
derrama sobre nosotros su luz,
su amor, su perdón.
Madre de la Vocación,
Madre de los sacerdotes;
hazlos puros, hazlos limpios,
vibrantes en la oración.
Hazlos fuertes en la esperanza,
firmes en el amor ...
fuentes vivas, llamas nuevas,
murallas de la ciudad de Dios.
Haz que sean santos
y sean sacerdotes según el Corazón de Jesús.
Amen.
II
Madre Nuestra, María Santísima, Madre del verdadero Dios por quien, en quien y con quien vivimos, hoy te suplico humildemente que intercedas por tu hijo N. sacerdote. Pídele a Dios Espíritu Santo, encender en el corazón de este sacerdote tuyo el fuego de su amor. Un fuego que le dé calor a él primero y luego que la chispa de ese fuego contagie a todos los que se acerquen a él. Un fuego que caliente a los que tengan frío en su corazón, que sea una llama de amor que no se apague nunca, ni de noche ni de día. Que sea un fuego que queme todo los resentimientos, todos los malos recuerdos, todo lo negativo, todo el dolor, toda la falta de amor, todo lo que necesita renovarse. Y luego que brote de ese mismo corazón un río de agua viva, un río que apague primero la sed de este tu siervo, su sed de Dios, su sed del Amor de Dios, su sed por la salvación de las almas. Y después que sea una fuente de donde las almas puedan encontrar y experimentar el amor de Dios, su misericordia, su perdón por medio de la absolución dada por Tu Hijo Jesucristo a través de las manos de este sacerdote tuyo.
Madre Nuestra, este amor, este fuego, esta agua viva es urgente que Dios le permita a este sacerdote experimentarlos, para su propia paz, alegría y salvación y para compartirlas con todas las almas que Dios tenga destinadas que se salven a través de su contacto con este humilde sacerdote tuyo. Gracias por tu amor y tus cuidados maternales. Cúbrenos con tu manto y protégenos de todos los males y de las asechanzas del demonio. Sé tu nuestra guía, nuestro lucero, nuestro faro, enséñanos el camino al Cielo donde por medio del amor, la misericordia y el perdón de Dios esperamos gozar por siempre del Amor de Dios , junto contigo por siempre. Amén.

III
Oración del Párroco a la Santísima Virgen María
Oh María, Madre de Jesucristo, Crucificado y Resucitado, Madre de la Iglesia, pueblo sacerdotal, Madre de los sacerdotes, ministros de tu Hijo: acoge el humilde ofrecimiento de mí mismo, para que en mi misión pastoral pueda anunciar la infinita misericordia del Sumo y Eterno Sacerdote: oh “Madre de misericordia”.
Tú que has compartido con tu Hijo, su «obediencia sacerdotal», y has preparado para él un cuerpo en la unción del Espíritu Santo, introduce mi vida sacerdotal en el misterio inefable de tu divina maternidad, oh “Santa Madre de Dios”.
Dame fuerza en las horas oscuras de la vida, confórtame en la fatiga de mi ministerio que tu Jesús me ha confiado, para que, en comunión Contigo, pueda llevarlo a cabo con fidelidad y amor, Oh Madre del Eterno Sacerdote, «Reina de los Apóstoles, Auxilio de los presbíteros».
Tú que has acompañado silenciosamente a Jesús en su misión de anunciar el Evangelio de paz a los pobres, hazme fiel a la grey que el Buen Pastor me ha confiado.
Haz que yo pueda guiarla siempre con sentimientos de paciencia, de dulzura de firmeza y amor, en la predilección por los enfermos, por los pequeños, por los pobres, por los pecadores, oh “Madre Auxiliadora del Pueblo cristiano”.
A Ti me consagro y confío, oh María, que, junto a la Cruz de tu Hijo, has sido hecha partícipe de su obra redentora, «unida con lazo indisoluble a la obra de la salvación». Haz que, en el ejercicio de mi ministerio, pueda sentir siempre más «la dimensión espléndida y penetrante de tu cercanía» en todo momento de mi vida, en la oración y en la acción, en la alegría y en el dolor, en el cansancio y en el descanso, oh “Madre de la Confianza”.
Concédeme oh Madre, que en la celebración de la Eucaristía, centro y fuente del ministerio sacerdotal, pueda vivir mi cercanía a Jesús en tu cercanía materna, porque «cuando celebramos la Santa Misa tú estás junto a nosotros» y nos introduces en el misterio de la ofrenda redentora de tu divino Hijo, oh «Mediadora de las gracias que brotan de esta ofrenda para la Iglesia y para todos los fieles» oh “Madre del Salvador”.
Oh María: deseo poner mi persona, mi voluntad de ser santo, bajo tu protección e inspiración materna para que Tú me guíes hacia aquella “conformación con Cristo, Cabeza y Pastor” que requiere el ministerio de párroco. Haz que yo tome conciencia de que “Tú estás siempre junto a todo sacerdote”, en su misión de ministro del Único Mediador Jesucristo: Oh “Madre de los Sacerdotes”,“Socorro y Mediadora” de todas las gracias. Amén
III
Oración del Sacerdote a la Virgen María
Concédeme:
tu ayuda maternal
para poder dominar mi debilidad;
tu plegaria
para que pueda ser hombre de oración;
tu protección
para que me alejes del pecado;
tu amor
para poder iluminar a mis hermanos como hombre de perdón;
tu bendición para ser nada menos,
que la imagen de tu Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo;
tu presencia de Madre,
para que viva mi soledad Sacerdotal con alegría;
tu humilde confianza,
para que sea fiel en los momentos de desaliento y de fatiga.
En tus manos, Madre, coloco mi fe y mi vida.
Guarda en tu amor la pureza de mi corazón,
para Jesús. Amén
Beata M. Teresa de Calcuta