domingo, 28 de junio de 2009

ORACIÓN DEL SACERDOTE A SAN PEDRO Y SAN PABLO

Gloriosos San Pedro y San Pablo, que purificastéis con la sangre de vuestro martirio la ciudad eterna de Roma. A vuestra intercesión acudo, confiado de que escucharéis mis humildes súplicas.
Glorioso San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y de la Iglesia Católica, ensañadme aquella obediencia con que a la primera voz de Nuestro Señor Jesucristo dejaste cuanto tenías en el mundo para seguirlo; ensañadme aquella fe con que creíste y confesaste por Hijo de Dios a tu Maestro; enseñadme aquella humildad con que, viéndole a tus pies, rehusaste que te lavase; dadme aquellas lágrimas con que amargamente lloraste tus negaciones y tu pecado; haced que imite aquella vigilancia con que cuidaste como pastor universal el rebaño que se te había encomendado; y finalmente, dadme aquella fortaleza con que diste por tu Redentor la vida. Te suplico, Apóstol glorioso, por tu actual sucesor, el Vicario de Cristo. Deféndedlo de sus enemigos y haz que sea fiel testigo de Cristo, y que confirme a todos los obispos, sacerdotes y fieles cristianos en la verdad de la fe.
Alcánzame que imite estas virtudes tuyas para vencer a todas mis pasiones; y concédeme especialmente el don del arrepentimiento para que, purificado de toda culpa, goce de tu amable compañía en la gloria.
San Pablo, amigo de Jesús, apóstol de las gentes, que conociste la debilidad y las penas, la persecución y el dolor, la incomprensión, las cadenas y el martirio. Dadme la gracia de entregarme totalmente a la misión sacerdotal que se ha dado, que anuncie a todo el mundo sin cesar la verdad de la fe.
Te doy gracias por tu ejemplo de sabiduría y amor, de fortaleza y fervor, de coraje y entrega, de solicitud y interés por la salvación de todos los hombres.
Gloriosos apóstoles, ayudadme para seguir mas de cerca a Jesús, para ser un sacerdote a semejanza de su Corazón de Buen Pastor.
Interced por todos los obispos y sacerdotes de la Iglesia para que seamos fieles a las enseñanzas y directrices del Santo Padre. Ayúdadnos a llevar una vida coherente con nuestra vocación y nuestro estado sacerdotal.
A vosotros acudo para que intercedáis por mí y sea fiel hasta la hora de mi muerte para que con vosotros y todos los santos pueda adorar y alabar a la Santísima Trinidad en el cielo. Amén.